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miércoles, 21 de octubre de 2020

El rincón del spanker (por Santi Ledesma)

 



Hoy quiero compartir con vosotr@s una entrada que me ha parecido muy interesante de Mariposas de Chocolate y es en relación a lo que siente él cuando tiene a su spankee mirando la pared...



A mí también me ponen deberes y hace unos días me hicieron una pregunta que voy a tratar de responder: "¿Y tú que sientes cuando estoy en el rincón?".

Creo haber hablado alguna vez del tema y lo resumía si no recuerdo mal con una metáfora: tengo la misma sensación que debe tener un pintor, cuando mira su cuadro. Pero ya que me lo han pedido voy a ahondar más en el tema.

En primer lugar habría que hacerse la pregunta, del porqué de ese ritual. ¿Por qué nos gusta mandar al rincón? Depende mucho del momento concreto de ese rincón. No es lo mismo, antes, durante que después. Si es antes está muy claro, quieres crear un estado de ánimo, profundizar en la incertidumbre, incluso para que negarlo en el miedo, ese miedo excitante, alargar la agonía. Si es durante, tampoco hay duda, es un cambio de tercio, y es más de los mismo. Como decir, hasta ahora estábamos calentando, ahora viene la parte seria. O sea otra vez incertidumbre, control de la situación y miedo. Sin embargo, creo que estas dos opciones, son las menos habituales. La mayoría de rincones, al menos en mi experiencia son después. Y creo que eso ya nos puede dar una pista.

Está claro que también se pretende crear un estado de ánimo. En este caso, la sensación buscada, es la vergüenza, incluso la humillación, pero sobre todo sensación de castigo, el rincón es la parte final del castigo, la última prueba, finalizado el rincón, se terminó el castigo. Y dependiendo que extras se le añadan a ese rincón, aumentas ambas sensaciones. Imagino o bueno al menos eso me han contado, que unas de las sensaciones más abrumadora del rincón, es aquello que contaba Foucault es un panóptico de vigilar y castigar: "El castigado no debe saber nunca si en ese momento se le mira, pero debe estar seguro de que siempre puede ser mirado"...inquietante desde luego y sensación de descontrol también. De hecho, a mí personalmente en esa situación me gusta especialmente jugar a provocar eso. Levantarme, moverme, salir de la habitación un instante para volver a entrar...buscando precisamente eso que describe Foucault, no sabes si te miro en ese momento, pero sabes que en cualquier momento puedo mirarte.

Otras de las cosas impactantes de todo rincón, es el silencio. Después de la siempre ruidosa azotaina se hace un silencio muy especial, donde solo se escuchan respiraciones. La de quien está en el rincón y la de quien está mirando. Así que, pese a que pueda parecer frío y distante, sigue existiendo constancia de una conexión, ente quien está en el rincón y quien mira. Conexión visual y auditiva, que entre otras cosas te comunica, de forma visual (color de las nalgas) y auditiva (respiración); el dolor físico.

Pero bueno la pregunta iba referida a mí, a mis sensaciones y voy a entrar ellas por la puerta grande. ¿Y si os digo que el rincón, o sea enviar a mi compañera de juegos al rincón después de la azotaina, es enviarme a la vez un rato a mí mismo? Pues lo es y me voy a explicar.

En un juego por muy punitivo que lo quieras hacer y trasmitir, hay excitación sexual y durante el mismo hay contacto sexual directo o indirecto. No tiene demasiada lógica a mi entender, pasar directamente de querer crear una sensación de castigo, por excitante que pueda ser esta a una relación sexual. Se necesita una transición, un ritual de cambio de tercio y esa es para mi sin duda unas de las funciones del rincón. Voy a ser bruto, pero la carne  no se consume inmediatamente muerto el animal, hay que dejar que pase el rigor. Siguiendo el símil, el rincón es como una especie de proceso de maceración. Así que en el fondo y ya que me han pedido mis sensaciones, el rincón es un rincón, es una forma de refrenar mis ansias desbocadas en ese momento y dar tiempo a que se asienten no solo en mi si no también en la otra persona. Que sienta, todo aquello que quiere sentir y que a veces pasa por sentir la sensación dolorosa, la vergüenza, el descontrol y también la calma de un instante de soledad con su propias sensaciones. Muchas veces es una especie de prueba de paciencia, que permite analizar la situación y encontrar un equilibrio entre mis urgencias y las de la otra persona. Vamos no ser egoísta.

Por eso os decía que mandar a alguien al rincón, en parte es mandarme a mi mismo. Mas allá de todo lo demás que he descrito. Y bajo ese silencio del que os hablaba antes y a través de esa conexión no perdida, intentar acertar el próximo paso. He acabado muchos rincones simplemente sacándola de allí, poniéndola contra el sofá o la cama y ya os podéis imaginar el resto. Pero también no pocas veces han vuelto a mis rodillas, solo para recibir caricias y atenciones o incluso alguna que otra vez, para simplemente hablar. Y que opción escoger es algo que he pensado en el rincón, mirándola cuando no sabe si la estoy mirando o no.

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