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sábado, 31 de agosto de 2019

Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo II - 1ª parte)


Autor: Santiago


El Orgasmo pareció dejarla completamente exhausta. Su cabeza apoyada en mi hombro, sus ojos cerrados y todo su cuerpo con un ligero temblor permanecía sentada en mis rodillas. Mientras mis manos acariciaban su culo dolorido y sujetaba con la otra su cintura.

- Tienes sueño Bichito Mío??, no acertó a cruzar palabra pero si giró su cabeza de arriba abajo indicando que sí.
- Crees que el castigo fue suficiente por tu comportamiento?? De nuevo el mismo gesto asintiendo y confirmando mi pregunta.
- Pues tengo malas noticias para ti, yo no opino lo mismo y aún te recuerdo tenemos una regla, una pala rígida y el cepillo de madera, que tu misma escogiste.

Su cuerpo pareció volver a la vida, abrió los ojos, se separó de mi hombro y mirándome semi aturdida replicó.
- No serás capaz de seguir con el castigo! Ya sé que eres un cabronazo, pero no tanto como para seguir castigándome después del orgasmo al que me has llevado.

Un atisbo de duda me volvió a embargar. Nosotros teníamos algunas frases, palabras, miradas que nos servían de patrón para entender que era el momento de finalizar algo o continuar, pero con su frase y gesto no entraba nada de lo que teníamos semi-pactado en nuestros juegos (como nosotros lo llamamos). Así que en esta ocasión decidí seguir mi intuición o más bien mi deseo, de que en este momento se merecía un castigo ejemplar.

- Por supuesto que lo soy, Bichito y es más, tu actitud del viernes pasado fue del todo inusual y de una desfachatez supina, por lo tanto vas a tener un castigo acorde a esa inusualidad con algo completamente diferente, así que levanta y dame la regla.

Con mirada de sorpresa se levantó, caminó pausada hasta el borde de la mesa, acarició suavemente con la yema de sus dedos la regla, hasta que un grito mío la hizo entrar en acción.

- ¡ VAMOS ! A que esperas?? no tenemos toda la noche.

Recogió lo solicitado, se acercó y en lugar de entregármela la depositó de mala gana sobre mis rodillas. Yo lo tomé con una mano y la hice cimbrear en el aire y golpear suavemente la palma de mi otra mano. Plass, plass, plass. Ella mientras contemplaba la imagen en pie frente a mí y con sus manos sujetando el borde del vestido con el que intentaba taparse.

- Muy bien Bichito mío, el otro viernes cruzaste una línea que no deberías cruzar, esa peineta que me regalaste con tu dedo corazón es de un comportamiento sumamente infantil. Así que lo justo es que tenga un castigo a la altura.- Te gusta utilizar las manos para burlarte de mí, así que el castigo será para ellas. ¡Extiende tus manos!  Como los niños pequeños en el colegio.

Tardó unos segundos en entender lo que la estaba pidiendo, pero con un nuevo grito reaccionó y con un gesto tembloroso las extendió frente a mí, cerrando los ojos y apretando sus párpados.

Cogí la regla de madera y alternando de mano a mano se llevó 6 reglazos en cada una de ellas. A cada impacto retiraba la mano y la frotaba son su vestido buscando el alivio, pero aguantó estoicamente la docena. Una vez finalicé de esa manera le dije:

- Y ahora junta los dedos, se te van a quitar las ganas de hacer más peinetas.

De nuevo, con los ojos vidriosos a punto de romper a llorar, obedeció y de nuevo cerró los ojos con fuerza.

- No, no, no Bichito, ahora además de sentirlos quiero que lo veas así que abre los ojos - la ordené -

Sin duda ninguna la dolió mucho más su orgullo de contemplar como caía una y otra vez la regla sobre sus dedos, que el propio dolor que producían los impactos, además yo me tomé mi tiempo y en diferentes ocasiones amagué el golpe para disfrutar de su cara, que se encogía al descender la regla.

El reloj de cuco volvió a sonar indicándonos que ya eran las 3 de la mañana.

- Aún nos quedan 2 por utilizar y esta vez te dejaré que elijas tú. Serán 15 azotes con uno y 30 con el último así que escoge.

De nuevo con parsimonia se aproximó a la mesa y esta vez dudó aún más en que escoger primero, al inquirirla que se apresurara finalmente escogió la pala rígida. Al acercarse yo extendí mi mano para que la depositara pero en lugar de eso, la soltó y dejó que cayera al suelo.

- Vale parece que los buenos modales no son tu fuerte.

Me levanté y tomándola de un brazo la llevé frente al brazo del sofá, para de un empujón hacer que cayera de bruces en él. Levanté su vestido para dejar su trasero al aire, acaricié unos instantes cada carrillo con mis manos, contemplando la rojez de ellos y algunas zonas amoratadas, hasta que descargué el primer azote con virulencia. Plassssssss, un agónico grito salió de su garganta.
AAAHHHGGGGG

- No te toca chillar Bichito, te toca contar.

Se resistía a obedecer pero al cuarto claudicó, Plassss aaaggggg ¡Cuatro!

- No, no, no, se empieza por el uno.
- Pero es el cuarto que me das ¡Imbécil!
- Pero es el primero que cuentas, así que unooooo.

Con el segundo y tercero se la terminaron las ganas de revolotear más y junto al chillido que soltaba por cada impacto de la pala le seguía el número correspondiente. Plassss tres, plassss cuatro... Así hasta llegar a los 15 prometidos. Lo cierto es que esta pala deja unas marcas considerables y su culo era todo un poema, por lo que me dediqué ha aliviarlo ligeramente. Mis dedos tocaron su sexo y de nuevo presentaba cierta humedad. La solté e inmediatamente sus manos se refugiaron en ambos carrillos.

Es una imagen tremendamente sugerente para mí. Su estómago pegado al brazo del sofá, la cabeza semi-enterrada en los cojines, sus manos atenazando sus glúteos y las piernas en el aire encogiéndose y estirándose. Tras dejarla unos minutos así, la solicité que me trajera el cepillo que aún faltaba por ser usado. Como pudo se incorporó pero en lugar de cumplir la petición me volvió a sorprender. Se sentó en el sofá, cruzó sus piernas y brazos y se negó otra vez.

- Ya me castigaste demasiado y tengo mucho sueño.
- Pues no se nota nada que fuera demasiado, sigues igual de contestona y desobediente.

Yo mantenía el gesto serio y sereno a la vez, me levanté y tomé yo mismo el cepillo, ella se encogió aún más como protegiéndose, pero en lugar de irme hacia ella, llevé el cepillo hasta su habitual rincón de pensar para depositarlo en el suelo. Seguidamente me fui hacia ella y la levanté a tirones del sillón para llevarla hasta su rincón. Hay algo que sabía la producía una especial humillación y generalmente no lo utilizaba pero su testarudez lo merecía. Tras ayudarla a poner las manos sobre la cabeza la empujé hacia abajo y quedó de rodillas frente al rincón.

- ¡Ahí tienes el cepillo! Cuando decidas que es el momento para utilizarlo, te levantas y me lo entregas, mientras lo piensas, así de rodillas y mirándolo.

- No te lo voy a dar, ya he pagado con creces mi falta.
- Oooohhhh, Bichito, me lo darás, ya lo creo que me lo darás.

La rabia la comía por dentro, se la podía notar con claridad, el estar obligada a esa posición y tener que entregarme en mano el cepillo es algo que la supera, pero hay algo que la aterra aún más que eso.

Aproveché para sacarle unas fotos que me servirían en algún momento para recordarla su comportamiento y las consecuencias de éste.

- Me vas a dar ya ese cepillo??
- Te dije que no! así me tenga que quedar aquí toda la nohe.
- Ya veo que no hay manera de que entres en razón.

Me fui al baño, la verdad es que la erección que tenía era más que considerable y en esas circunstancias cuesta lo suyo evacuar aún teniendo la verga muy llena. Tardé un buen rato en conseguirlo, mientras de nuevo me saltaron las dudas. Que cojones querrá? Es que no sabe que yo no voy a ceder? Se quiere pasar todo el fin de semana sin sentarse? O quizás toda la semana?

Tras conseguir evacuar y sacudírmela,  limpié mi polla que presentaba líquido pre-seminal y me entraron unas enormes ganas de terminar con el castigo para luego follármela, pero yo no estaba dispuesto a ceder y a ella veía muy encabezonada en su postura. Al girarme dí con la solución.

Me acerqué a nuestra habitación y revolví en los instrumentos hasta encontrar algo que sé que la aterra. ''THE CANNE''. Es la vara típica de los colegios ingleses del siglo pasado. Ella lo teme especialmente y lo he usado en muy contadas ocasiones y esta iba a ser una de ellas si no cambiaba de actitud.

Continuará...

jueves, 29 de agosto de 2019

Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo I - 4ª Parte)




Autor: Santiago


Al rato, las primeros cercos amoratados comenzaban aflorar, por lo que intercalaba, azote con caricia, caricia con azote. Cuando aprecié que mi propia mano empezaba a estar cansada, la ayudé a incorporarse.

- Y ahora es el momento de que empecemos a usar los instrumentos que escogiste, así que acércame el primero que quieras, con un azotito, estando así frente a mí la insté a que obedeciera  la petición.

Con pasitos cortos se acercó a la mesa donde seguían colocados perfectamente todos los elementos. Se tomó su tiempo observándolos y tocándolos con delicadeza, finalmente escogió la pala flexible de cuero, con ella en la mano volvió a la posición inicial frente a mí y con cierto temor extendió sus manos para entregármela.  Yo la acepté y tras examinarla, la hice impactar 3-4 veces contra la palma de mi otra mano, generando un ruido atronador que consiguió intimidarla y retrocedió unos pasitos hacia atrás encogiéndose de hombros.
El giro de mis ojos la indicó que la quería de nuevo sobre mis rodillas. Ella se encogió aún más y giró su cabeza de lado a lado con el claro gesto de No. Dos nuevos impactos de la pala sobre mi mano y mi ultimatum.- O te pones o te pongo.- no te conviene llevarme la contraria.

La frase debió resultar lo suficientemente convincente porque ya no volvió a dudar y se inclinó para reposar de nuevo en las rodillas. En esta ocasión decidí que estaría mejor sin la presión que ejercía el bóxer en sus piernas y se los saqué del todo. La permití separar un poco sus piernas y acaricié toda la superficie de sus glúteos además de rozar con mucho mimo su sexo, uno de mis dedos lo recorrió de abajo arriba y obtener un ligero suspiro, además de comprobar que la humedad no sólo se mantenía sino que había aumentado sensiblemente.

Tras retirar la mano atenacé la pala y la dejé caer con mucha virulencia, provocándole un grito fruto del picor que ese elemento produce y de la sorpresa que entendí la produjo ese impacto tan severo, ya que por norma cada vez que he utilizado con ella algún instrumento los primeros azotes generalmente eran suaves y los utilizaba para calibrar la distancia.

El ritmo del plass plass de esa paleta aumentaba sensiblemente y sus quejidos también. Las marcas empezaban aparecer mientras el reloj de cuco volvió a hacer acto de prsencia. Cucu, cucu, las 2 de la mañana. Me tomé un descanso para aprovechar y acariciarla.

La ayudé nuevamente a incorporarse y esta vez la senté en mi regazo, su cabeza se apoyó en mi hombro, atusé su pelo y una de mis manos enredó entre sus piernas buscando su sexo, estaba muy mojada así que mis ágiles dedos lo fueron recorriendo de arriba abajo, de abajo arriba. Su garbancito del placer estaba completamente inflamado por lo que empecé a recrearme con él.

Los suspiros de placer no tardaron en aparecer y todo su cuerpo se tensó aferrándose al mío, se dejó llevar para alcanzar un intenso orgasmo mientras su boca buscaba la mía y me besaba con fervor.

Los jadeos y la respiración entre cortada me anunciaban su explosión de placer. Por un momento dudé en parar o continuar, aún me quedaban unos cuantos elementos que utilizar para finalizar y en ese momento recordé que en alguna ocasión mencionó que verse sometida a un castigo después de alcanzar el orgasmo lo sentía con mucha más intensidad por el estado que alcanzaba su cuerpo tras la liberación de este.

Mi mano comenzó a friccionar con más fuerza y velocidad por lo que nada pudo hacer para evitar alcanzar el clímax.
Tardó unos cuantos minutos en ajustar su respiración y acertó a susurrarme al oído:

- Lo siento, de veras que siento mi comportamiento y te tengo que dar las gracias por ponerme en mi sitio y enseñarme como debo comportarme.
- Me parece muy bien tu declaración de intenciones, pero esto sólo fue un alto en el camino. Mira la mesa, aún tengo que utilizar el resto de tus elecciones.

Su cara y expresión eran un poema, sus morritos en pucheros y el gesto de su cabeza girando de lado a lado para intentar expresar que ya no podía más. Sus quejas, lamentos y lloriqueos no la servirían de nada ya que yo estaba dispuesto que aprendiera una lección que no olvidaría en mucho tiempo.

La culminación de aquel castigo la dejarían unas buenas marcas que contemplaría cada mañana en el espejo antes de vestirse.

En el próximo Tomo con sus correspondientes relatos (los dos últimos) os detallaré lo que sucedió tras ese pequeño descanso reparador.


martes, 27 de agosto de 2019

Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo I - 3ª parte)


Autor: Santiago

Me senté en una silla que ella misma dejó preparada en el centro del salón cuando yo no le hice esa petición. Durante unos minutos contemplé toda su belleza y de nuevo las Mariposas de mi estómago revoloteaban sin control, ella permanecía erguida en su rincón esperando que yo tomara la palabra y la iniciativa, lo cual hice al cabo de unos interminables 10 minutos.

- Está bien, date la vuelta - le pedí -

Con cierta calma se giró, sus manos fueron directos a tapar su sexo y con sus típicos pucheros y mirada decaída permaneció sin mediar palabra hasta mi siguiente orden.

- Vale, súbete los bóxer y bájate el vestido y siéntate aquí, la indicaba con un dedo, sentarse en mi regazo.

Una vez sobre mis rodillas, la dije: Y ahora que es lo quieres hablar?
Pareció sorprenderla mi pregunta, supongo que en ese momento lo que esperaba era que le soltara un sermón y que terminara obligándola a colocarse sobre mis rodillas para empezar la zurra que sabía se tenía más que ganada.

Mi brazo izquierdo la rodeaba la cintura y empujaba para estar más pegados, mientras la derecha se encargaba de acariciar su cara y acariciar su pelo.
- Estoy esperando a que me digas que es de lo quieres hablar?
- Lo siento, de veras, lo siento. Mi comportamiento del viernes pasado no te lo mereces y esa actitud desafiante que he mantenido toda la semana tampoco. Sólo quería que lo supieras, que estoy muy arrepentida y te prometo que no volverá a suceder.

Sus argumentos y exculpaciones continuaron, mientras yo solo la miraba fijamente y no decía absolutamente nada, estaba disfrutando de ese momento porque sabía que para ella, en especial a su orgullo le dolía mucho más que los azotes que estaban a punto de comenzar.

Cuando comenzó a titubear y perder fuerza en sus argumentos decidí intervenir.
- Todo eso me parece muy bien, pero aún no te escuché decir nada sobre lo que te mereces para reparar esa actitud.
- Esa es tu parte, tu siempre decidiste lo que era mejor para mí y yo estoy dispuesta asumir lo que estimes conveniente.
- Ya, ya, eso mismo hice el viernes pasado y creo que sobra decir como terminó el asunto, así que hoy quiero escucharte alto y claro que tengo que hacer para que queden expiradas tus culpas.
- Eres un estúpido Cabrón, no te lo puedo decir más claro.
- Sí que puedes y lo harás, ya lo creo que lo harás.

Sus ojos estaban encolerizados, la rabia la comía por dentro y por un momento temí que me soltara un guantazo y volviera a salir corriendo, en cambio, se tragó su orgullo, dió un salto para quitarse de mi regazo y cruzando los brazos y dándome la espalda gritó como una posesa.
-Me merezco una buena azotaina, que me haga recordar lo mal que me comporté y me sirva para pensármelo dos veces antes de volver a repetirlo.

Por un momento estuve tentado a exigirla que lo repitiera, pero conociéndola sabía que estaba rozando su límite así que decline la opción. Seguía de pie dándome la espalda y con los brazos cruzados.
-Está bien, pero te advierto que será a mi manera, después de un adecuado calentamiento con mis manos, voy a utilizar todos y cada uno de los instrumentos que tu misma escogiste y ahora ven aquí, te quiero sobre mis rodillas.

Con lentitud giró su cuello para que nuestras miradas se encontraran, con mi dedo indice la indicaba cual quería que fuera su sitio, apunto de romper a llorar, dió un giro brusco y con desdén quedó tumbada donde la indicaba. Me tomé todo el tiempo del mundo para ajustarla en la posición, acariciando su culo y estirando su vestido para que quedara cubierto completamente.
- Espero que no tengas sueño y aprovecharas la sienta porque esto hoy va para largo, zasssss

Un primer azote de resbalón que fue seguido de otro y otro y otro. No tenía prisa alguna, estaba dispuesto a disfrutar todos y cada uno de esos azotes, con pausas entro uno y el siguiente in crescendo paulatinamente en la intensidad.
De vez en cuando cambiaba la forma y en lugar de ser resbalón dejaba caer todo el peso de mi mano arrancándola los primeros sonidos de quejas. Cada 10-12 azotes acometía un ligero parón que aprovechaba para acariciarla o ir bajando su vestido para contemplar su culo enfundado en aquel trozo de tela.

Tras un número indeterminado de estos azotes decidí que era el momento de comprobar si mi plan de calentamiento estaba surgiendo efecto, por lo que levanté completamente su vestido y reajusté la posición.

La visión de sus glúteos bien marcados y aquellos bóxer era simplemente sublime, los acaricié con la palma y el dorso de mis manos, la tela emanaba un calor inconfundible. Tras dejarla reposar debidamente comencé otro ritual de azotes lentos pero contundentes.

No hay nada que se acerque a la experiencia que supone el impacto de una mano sobre un culo desnudo, al contacto de la piel contra la piel, pero lo más semejante es poder hacerlo sobre un culo bien marcado y envuelto en ese tipo de tela ajustado y pegado a la piel.

El reloj de cuco de la pared hizo aparición para indicar que era la una de la mañana. Decidí que era buen momento para hacer un parón y comprobar realmente si el calentamiento estaba en su justa medida así que la ayude a incorporarse la tomé del brazo y la conduje hasta el rincón, su vestido recogido a la cintura y con suma lentitud y cuidado fui bajando sus bóxer hasta las rodillas y coloqué sus manos sobre su cabeza. La misma situación y posición del inicio pero en esta ocasión su culo tenía ese brillo intenso, rojo pasional, no se apreciaba ninguna marca de moratón.

Me ausenté a la cocina, preparé un café y volví a la silla para contemplar el espectáculo que su figura pegada al rincón me ofrecía. Me tomé el café, me acerqué hacia ella y con nuevas caricias, comprobé que había disminuido ligeramente el calor en sus glúteos pero conservaba ese rojo brillante tan característico tras una azotaina de calentamiento. Al acariciarla, mis dedos rozaron la comisura de sus labios vaginales y así comprobar la humedad que de ellos desprendía. Me entretuve en subir ligeramente los bóxer hasta la comisura de su culo para tomarla seguidamente del brazo y llevarla junto a mí a la silla. Me senté y con ella enfrente la anuncié, - Y ahora vamos a ir repasando lo acontecido durante la semana. Un tirón de su brazo y quedó de bruces sobre mis rodillas de nuevo. El mismo ritual de ajustarle sobre ellas, recoger bien su vestido y dejar completamente expuesto su trasero. Fuimos repasando los hechos salteando mis palabras con azotes, uno en la derecha, otro en la izquierda, otro en el centro, plass plass plass plasss. Ella aguantaba estoicamente todos ellos y se resignaba a su suerte...


sábado, 24 de agosto de 2019

Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo I - 2ª parte)


Autor: Santiago


La mañana siguiente era sábado, así que no tenía ninguna prisa en levantarme por lo que no puse el despertador. A las 12:00 del medio día me despertó el ruido de la puerta, era mi chica que llegaba en ese momento.

Lo cierto y verdad es que entró sigilosa, yo me levanté en ese momento y me encaminé a la cocina, al cruzarse nuestras miradas, la suya era cabizbaja y algo temerosa por mi posible reacción pero yo ya tenía decidido cual sería mi postura. Me acerqué a ella, puse mi dedo indice en su mentón y levanté ligeramente su cabeza para plantarle un beso en los labios.

- Buenos días Preciosa! ¿Qué tal la noche? ¿Se te pasó el enfado?

Ella entre sorprendida y confusa, acertó a contestar,

- Pues la noche bien y aún no sé me ha pasado del todo...
- Vale, pues tomate tu tiempo, si eres tan amable y no te causa problema, me avisas cuando se te pase.
- Muy bien, te lo haré saber. ¿Tú no estás enfadado?
- Si lo estuviera te aseguro que te enterarías y te llevarías la mayor azotaina de tu vida, pero eso no volverá a ocurrir, al menos hasta que reconozcas que tu actitud es merecedora de ello.
- Pues si vas a esperar eso, ya puedes esperar sentado para no cansarte.
- Lo que tu digas Mi Vida, voy a poner el desayuno. ¿Quieres que te ponga algo?
- Nooooo, ya desayuné, me voy a dar una ducha.

Su forma de contestar denotaba sorpresa y yo creo que también enfado. Por mi parte me volvieron las dudas de si todo lo sucedido fuera el plan para conseguir una zurra en toda regla, pero yo tuve toda la noche para establecer mi plan y esa no era una opción.

El día transcurrió con cierta tirantez, yo eludía toda amenaza y no mencionamos nada de lo sucedido, así fue todo el fin de semana y toda la semana siguiente, durante toda ella hizo más que méritos para enfadarme y terminar sobre mis rodillas, pero en lugar de ello yo no hacía aprecio a sus provocaciones y salí por peteneras a todas.

A lo largo de la semana fue subiendo el grado de irritabilidad en ambos, yo me moría de ganas de tenerla sobre mi regazo y darle esa zurra que se estaba ganando a pulso, pero mi decisión era firme y no tenía ninguna intención de variar mi plan.

Llegó el siguiente viernes, toda una semana, sin spanking, sin amenazas, sin castigos, sin enfados, bueno esto último no es exacto ya que ella parecía más enfurecida de día en día por mi actitud, yo también estaba algo sorprendido conmigo, pero lo llevaría hasta el final.

- Corazón esta tarde quedaste con la pareja esa amiga tuya? - pregunté -
- Sí, pero no tengo ganas de ir, estoy muy cansada.
- Vale, pues llámales para decírselo no?
- Llámales tú que te cuesta lo mismo.
- Son tus amigos, quedaste tú, y eres tú la que no quiere ir, así que les llamas tú.
- Pues yo no llamaré, que piensas hacer? me vas a convencer con tus antiguos métodos?
- La verdad es que desde el viernes pasado hiciste un montón de méritos para que los vuelva a utilizar, por no hablar de la noche que no volviste a dormir a casa, pero ya te dije que no volveré a utilizarlo, salvo que me lo pidas expresamente y seas tú misma la que reconozca tus malas acciones y estipules cual debería ser tu castigo.
- Y yo te dije que para eso, ya puedes esperar sentado para no cansarte.
- Vale, como quieras. Yo me voy a dar una ducha y salir, iré a ver a tus amigos y por cierto si no vienes no me esperes levantada, hoy me toca a mi dormir fuera.
- No serás capaz?
- Parece mentira que no me conozcas y me hagas esa pregunta.

Me tomé mi tiempo para ducharme, acicalarme y vestirme para despedirme de ella que seguía tumbada en el sofá, con un efusivo beso.
- Hasta mañana Bichito, les daré recuerdos a tus amigos.

Pase la tarde y parte de la noche con ellos y a eso de las 11 de la noche sonó el teléfono, un whasap. 
- De verdad no piensas volver esta noche? - preguntaba -
- Correcto, acertaste... alguna cosa más?
- Eres un cabrón, lo sabes verdad?
- Es todo un halago viniendo de tí, me llamaron cosas peores en mi otra vida.
- Tengo que hablar contigo, a que hora volverás?
- Ya te dije que hoy no iré, el viernes pasado dormiste tú fuera de casa y este me toca a mí.
- En serio que tengo que hablar contigo.
- No será tan importante que no pueda esperar hasta mañana.
- Pues sí que lo es, estuve toda la tarde dándole vueltas a lo que me dijiste y ''quizás'' sólo ''quizás'' igual tienes algo de razón.
- Pues cuando el ''quizás'' se convierta en ''seguro'' me lo cuentas.
- Igual tienes algo de razón y me tengo ganada una buena azotaina, pero tengo que hablarlo contigo cara a cara y no así por mensajitos.

Todas las mariposas empezaron a revolotear en mi estómago, estuve a punto de salir corriendo para ir a su lado, pero me contuve, me lo hizo pasar muy mal ese viernes y luego la semana, así que no estaba dispuesto a ceder ni un ápice en mi petición.
- Cuando lo tengas claro del todo me lo haces saber.
- No seas tan cabrón, te estoy diciendo que reconozco que me porté mal, que me merezco esa azotaina y que no quiero dormir sola esta noche.
- Y que castigo crees que te mereces?
- Tú mismo lo puedes estipular, ven a casa y lo discutimos.
- Está bien, a las 12 en punto estaré en casa, vas a ir a nuestro armario donde guardamos ''nuestras cosas'', saca los que tú creas que te mereces que use. Te vas a poner el vestido de la discordia del viernes pasado, los zapatos de tacón alto, mis boxer que te regalé y con ellos bajados hasta las rodillas y con el vestido levantado me esperas en el rincón de pensar y dejas los utensilios encima de la mesa del salón. Si lo cumples todo y lo que has elegido para recibir los azotes me parecen suficientes hablaremos.
- Te acabo de decir que quiero hablar contigo.
- Hablaremos todo lo que quieras después, a las 12 en punto estaré en casa.

Después de ese último mensaje no tuvimos más comunicación, me encaminé hacia la casa y a las 11'50 ya estaba en el portal.
Me quedé sentado dentro del coche haciendo tiempo mientras repasaba mentalmente todas las provocaciones que existieron durante la semana.

Justo a las 12:00 en punto estaba en la puerta de casa, al entrar en ella, una agradable melodía sonaba en el salón que era el único que tenía luz. Me acerqué despacio, un poco firme y entre en él. Allí estaba ella, tal y como la había pedido, en su rincón de pensar, con las manos sobre la cabeza, el vestido levantado y recogido en su cintura, las piernas semi abiertas y el boxer a la altura de sus rodillas. Su culo, así expuesto en todo su esplendor el cual ya echaba mucho de menos después de toda una semana sin disfrutar de él.

Y en la mesa, todo un espectáculo para los sentidos de un acérrimo Spanker. Perfectamente colocados, la pala de cuero flexible, la pala rígida, la regla de madera y el cepillo del pelo. En ese momento pensé que aún faltaba un elemento al que ella tiene un imponente respeto el cual sólo utilizaba en las ocasiones digamos ''especiales'', yo consideraba que ésta era una de esas, aún así no hice comentario al respecto. Me faltaba ''The Canne''.


jueves, 22 de agosto de 2019

Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo I - 1ª parte)


Autor: Santiago

La noche anterior al día que os voy a relatar no dormimos muy bien, nos atrapó el sofá viendo una peli y un sonido estridente de la T.V. a las 4:00 de la mañana nos despertó, nos levantamos y seguimos durmiendo en la cama.

A las 9:00 de la mañana el zumbido de su despertador me pareció un concierto de Heavy metal, la di un par de empujones pues yo no tenía nada urgente que hacer esa mañana y quería seguir durmiendo pero ella no se movía para detenerlo.
- Joder.... Quieres apagar ese aparato infernal?? Si quedaste con alguien levanta y ponte en marcha.
- Déjame en paz, pesado!!

De un manotazo paró aquel invento del diablo pero siguió en la cama. Una hora más tarde la noté moverse sobresaltada.
- Joder, Joder, Joder. Son las 10:00, había quedado con una amiga para hacer unas cosas, Por qué no me has despertado?? apagaste mi despertador??
- Pero que dices?? lo apagaste tú, eso sí, después de que me despertara a mí y he tenido que zarandearte para que lo apagaras.
- Y por qué me dejas seguir durmiendo?
- eh, eh, eh, que ya eres mayorcita para saber de tus obligaciones.
- La culpa es tuya, que me lías por la noche con películas y luego pasa lo que pasa.
- Venga levántate y déjame dormir que yo no he quedado con nadie hasta la hora de comer.
- De eso nada, levanta anda, ponme el desayuno mientras me doy una ducha rápida y me visto que es tardísimo.
- Sí claro, lo que me faltaba, háztelo tú o desayuna en el bar.

Saltó de la cama como alma que lleva al diablo, lanzando improperios por esa boquita e insistiendo en que la preparara el desayuno mientras se metía en la ducha. No tenía ni pizca de ganas, pero me dio un poco de penita y ya que me desveló del todo me levanté y fui a la cocina para calentarle el café, hacer una tostada y un zumo de naranja. 15 minutos más tarde apareció por la cocina, por cierto muy guapa con uno de los últimos vestidos que le había regalado. Le dió un trago rápido al zumo y de repente lo escupió en el fregadero.

-Ahhggggg, está sin colar, que asco, y esta tostada?? está quemada, me iré a desayunar al bar que igual me lo ponen con un poco de cariño.
- Cómooo?... pero que coño te pasa?? encima que te lo hago, lo desprecias así??
- Para hacer las cosas sin ganas, es mejor no hacer nada. Me voy.
- Ni se te ocurra salir sin tomarte el desayuno.

Su mirada inquisidora y ni corta ni perezosa derramó el zumo en el fregadero y tiró la tostada a la basura. Me levanté dejando el mío a medias y abalanzándome sobre ella la tomé del brazo.

- Acabas de colmar mi paciencia y te vas a ir, pero te vas a ir más que calentita.

Tuve que emplear toda la fuerza posible para doblegarla hasta que conseguí tenerla en mi regazo. Seguía pataleando, defendiéndose como podía y revolviéndose como una gata en celo. Mi mano empezó a descargar unos fuertes y continuados azotes. Seguía intentando zafarse de la posición y cada vez me sentía más enfadado por lo que los azotes impactaban con mayor virulencia. Yo intentaba hacerla entrar en razón de su mala actitud pero parecía no escuchar nada de lo que la decía.

Cuando sus fuerzas empezaron a flaquear, bajé el ritmo de los azotes y levanté el vestido, con la intención de continuar con el castigo. Con la única prenda de protección que le quedaba. En ese instante me percaté de una parte de nuestras peticiones de uno hacia el otro.

- Y ahora que me doy cuenta, donde vas con este vestido? Cuando te lo regalé te dije bien clarito que era para usarlo saliendo conmigo.
- Es lo primero que pillé, con las prisas, lo primero que tenía a mano.
- Pues te vas a cambiar en cuanto termine con tu azotaina y esta noche hablaremos de esto también.

Estaba tan enfadado, que de un tirón rasqué sus bragas y ante mis ojos apareció su culito incandescente y súper colorado. En esta ocasión continué los azotes con impactos más lentos pero muy certeros que hacían rebotar mi mano y ella se retorcía a cada uno de ellos.

- Vas a ir a ver a tu amiga pero calentita, y te vas a cambiar ahora mismo de ropa.
- Déjame en paz, voy a llegar tarde por tu culpa.

Mientras continuaba con los azotes la explicaba nuestro pacto en relación al vestido. Pasado un buen rato y cuando aprecié que su culo pasaba del rojo intenso a tener unas cuantas marcas ya amoratadas., decidí parar y acariciarla. La ayudé a ponerse en pié. Se colocó frente a mí, su mirada cabizbaja y los ojos vidriosos apunto de romper a llorar, intentaba acomodar el vestido y terminó con la poca tela de sus bragas estrujándolas entres sus manos. Mientras yo permanecía sentado en la silla mirándola fijamente, mi dedo índice la indicó la dirección que quería que tomara.
- Y ahora camina a la habitación, cámbiate de ropa y marcha de una vez que vas a llegar tarde.

Se dió la vuelta y encaminó hacia la puerta, al llegar a ella se volvió, levantó la mirada y con una mirada desafiante me lanzó la tela de las bragas a la cara mientras con su mano izquierda me hacía una peineta con su dedo corazón.

- Voy a ir así porque me da la gana y porque si me regalas algo es para usarlo cuando yo quiera.

Dio un portazo a la puerta de la cocina, corrió por el pasillo y salió de casa como alma que lleva al diablo. Me quedé atónito, nunca se había comportado de esa manera y mucho menos después de recibir una más que considerable azotaina. Durante unos cuantos minutos me quedé sentado en mi silla sin saber que hacer, pensando en su reacción. Era la primera vez que reaccionaba así. Generalmente después de una azotaina, y más de esa intensidad, su comportamiento es mucho más dócil y sumiso, pero en esta ocasión su despotismo y rebeldía me dejaron inmovilizado.

Un buen rato después, terminé mi desayuno, me di una ducha y salí de casa en busca de mi reunión y comida de trabajo. Sobre las cuatro de la tarde finalizó y me despedí de mi acompañante. Me senté en una terraza y en mi soledad fui repasando mentalmente todo lo ocurrido durante la mañana. No habíamos vuelto a cruzar ni un sólo mensaje. Me empezaron a entrar las ''dudas'' si quizás fui excesivamente severo y estaba enfadada o quizás con esa actitud lo que andaba buscando era una zurra aún mayor. Para intentar aclarar esas dudas decidí ponerme en contacto con ella. Tras unos minutos pensando que decir confeccioné un mensaje:
- Buenas tardes, a que hora tienes intención de volver a casa???

Pasó un buen rato sin respuesta, así que insistí.

- Me vas a contestar?? No empeores las cosas. Bastante negras las tienes ya por lo de esta mañana. Sólo quiero saber a que hora tienes idea de ir por casa. Te recuerdo que hemos quedado a las 22:00 para ir a cenar con los amigos.

Así una veintena de mensajes sin ninguna respuesta por su parte. Cada mensaje que mandaba me enfurecía más por momentos así que decidí enviar el último. En ese momento llegó su primera respuesta.

- Hoy no volveré a casa, estoy cansada de tus estúpidos y caprichosos castigos y si vuelvo hoy seguro que me pones el culo más colorado y no me apetece nada.

Uffff que día, ahora sí que las dudas me embargaban completamente.
Durante casi una hora me quedé contemplando el teléfono sin saber que hacer ni que contestar. Eran casi las 7 de la tarde y tras evaluar la situación una y mil veces decidí aclarar todas las dudas que me consumían. Su comportamiento durante todo el día fue muy extraño e inusual, así que decidí ponerme a su altura y obrar como ella.

Hasta ese día siempre fui yo el que tenía que tomar las riendas cuando la cosas se descontrolaban y de una forma u otra terminaba obligándola a caer sobre mis rodillas y tras la consiguiente azotaina ella recobraba la cordura y las cosas volvían a su sitio. Pero como se comportaba de una forma diferente, pensé que yo debía hacer lo mismo, así que configuré mi siguiente mensaje.

- Muy bien Bichito Mío (es mi forma de llamarla), tu comportamiento a lo largo de todo el día es muy extraño, si te tengo que castigar por todo lo de hoy no te sientas durante dos semanas y ya que mis métodos son estúpidos y caprichosos... No te volveré a castigar nunca más hasta que consideres que tu actitud se merece ese castigo, y tendrás que ser tú misma la que escoja y pidas el castigo que te corresponde. Así que puedes volver a casa cuando quieras que no te castigaré.

Unos minutos más tarde llegó su respuesta.

- No me esperes hoy, dormiré en casa de mi amiga.
- Vale, como quieras...

Aquella noche la recuerdo muy larga y con mucha desazón, no dejaba de intentar encontrar una explicación a un comportamiento tan inusual y a lo único que llegué es que me mantendría firme en mi decisión y que jamás volvería a utilizar nuestros juegos de spanking para hacerla entrar en razón, salvo que ella me lo pidiera expresamente, cosa está que nunca se había producido.

Continuará...



Podéis ver las otras partes pinchando aquí:

2ª parte: Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo I - 2ª parte)
3ª parte: Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo I - 3ª parte)
4ª parte: Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo I - 4ª parte)
5ª parte: Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo II - 1ª parte)
6ª parte: Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo II - 2ª parte)


martes, 20 de agosto de 2019

Las dudas en el Spanking (Por Santiago)


En cualquier relación sea del tipo que sea siempre hay momentos de dudas, como actuar, que hacer, que decir, le apetecerá esto o aquello.

Cada persona es un mundo y cada pareja una galaxia inexplorada. 
En una relación, digamos convencional, uno se pone cariñoso, besos, caricias y si la otra parte se muestra receptiva pues se termina haciendo el amor, si no lo está o no apetece en ese momento, con un simple estoy cansado, me duele la cabeza, etc. se marca un código no escrito de que no es el momento.

En es Spanking esa parte no existe (entiéndase que cuando uso términos totalistas lo hago exclusivamente desde mi punto de vista). Quiero decir que no es posible decir: Me apetece darte unos azotes, o desde la parte Spankee decir: Hoy quiero tener el culo colorado.

Sin embargo en cualquier pareja tradicional se puede expresar tranquilamente:
- Estás tan guapa que hoy tengo ganas de follarte. Cualquier frase o acción en esa dirección sirve para despertar la libido y dejar muy claro lo que se desea. Muy al contrario de lo que pasa entre una pareja Spanker/ee, ya que mata la esencia del juego.

Salvo en contadísimas excepciones y siempre únicamente por parte de la Spankee, entiendo una situación de este tipo y siempre que el acto cometido sea ''Muy'' grave o se saltara un pacto de los que con anterioridad estuvieran establecidos como infranqueables. Bajo el sentimiento de culpa y que el castigo la sirva para liberarse de ese peso, es la única forma que entiendo se puede producir una petición expresa.

Por todo lo anterior lo más normal es que siempre surjan ''las dudas''. Yo quiero darle hoy una azotaina, o yo hoy necesito que me pongan en mi sitio y dormir con el culo caliente.

Con el tiempo ambos se van conociendo y se establecen ciertos códigos, conductas, que te hacen ver con claridad la necesidad de ''jugar'' por parte de la otra persona. Aunque la sombra de la duda sobrevuela casi siempre, ya que el devenir del día puede hacer que te muestres borde, desagradable, inapetente de todo y que lo último que quieres sea dar o recibir una azotaina. Pero precisamente esa circunstancia es la que te hace dudar de lo que uno u otro puede querer realmente.

Aún con toda esa controversia la esencia del Spanking reside precisamente en eso.

Intentaré exponer algo de esto en un relato que se irá subiendo por partes al ser un poco extenso.


Podéis leer a través de estos enlaces toda la serie de relatos que se han subido:

1ª parte: Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo I -1ª parte)
2ª parte: Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo I - 2ª parte)
3ª parte: Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo I - 3ª parte)
4ª parte: Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo I - 4ª parte)
5ª parte: Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo II - 1ª parte)
6ª parte: Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo II - 2ª parte)

viernes, 16 de agosto de 2019

Rol o Persona



En mis inicios lo primero en que pensé fue en buscarme un Spanker. Cuando me dí cuenta por un lado, que era un rol escaso y por otro  que había hombres que se denominaban como tal y una vez que los conocía para mí no lo eran, o no eran lo que yo necesitaba amplié la mente y el recorrido. Pensé que también podía llegar a encajar con un Dominante aunque no se etiquetase directamente como Spanker.

Y luego con el tiempo saqué la conclusión que la etiqueta o 'el rol' no era tan importante sino la persona, siempre la persona por delante.  Ya puedes ser un Spanker de gran reputación o conocido en el mundillo que como no vibre conmigo no tiene nada que hacer, por mucho que me lo intenten vender, y esto me ha pasado. En un momento de mi vida alguien me habló muy bien de un Spanker 'conocidillo' y me lo intentó meter por ojos en el sentido de que azotaba muy bien... 
jajaaa y???
Ya lo conocía porque había intercambiado cuatro palabras con él y lo suficiente para saber que no me interesaba lo más mínimo. 

Obviamente te fijas  en el rol porque es lo primero que ves o la primera información que tienes de la otra persona y esa etiqueta te dice mucho así de entrada, aunque no es para nada una prueba concluyente. 

Has de conocer a la persona, y ver si sus gustos casan con los tuyos, comprobar si sus necesidades y filosofía de vida son iguales o muy parecidas a las tuyas. Y aún así seguir conociéndole y que te conozca él a ti. Es cosa de dos, la comunicación y el interés a de ser de ambos.
Y aún así, saber si encajas más allá de lo que se ve y se percibe a primera vista. Me refiero a otros estados más profundos como a nivel emocional y poder mostrar la vulnerabilidad. En mi caso no tengo problema para hacerlo y como tal valoro mucho que la otra parte también lo haga. No todo el mundo se abre o se deja ver como es y viven con un escudo donde no se muestran como son realmente y donde las conversaciones junto con la relación pueden llegar a convertirse  en algo superficial y eso sinceramente, no lo quiero.

Yo valoro la transparencia en la persona, que me den confianza para poder contar lo que quiera, para poder hablar de cualquier cosa, para compartir de manera fluida cualquier tipo de conversación. Y si toca discutir porque tarde o temprano se discute, pues se discute y tampoco pasa nada. 
Las relaciones no son un camino de rosas, se pasa por todo tipo de etapas, hay baches y también hay enfados... 

Por esto y por otros muchos motivos lo primordial es la persona y no el rol. El rol es algo que acompaña a la persona. Está claro que cada uno tiene sus prioridades y necesidades y es importante saber lo que quieres y lo que no quieres en tu vida. Yo tengo claro que antes de ser spankee soy persona, obviamente porque mi vida se compone de muchas partes y soy muchas cosas. Aunque en relación al tema que nos compite en estos momentos es lo que es, soy persona, Spankee y mujer, y como tal quiero a  un hombre que me guste su persona y que viva el mundo de los azotes como yo lo vivo y que además su filosofía de vida sea igual que la mía o lo más parecida posible. Sino... por mucho que nos gustemos tampoco encajaríamos.

El rol importa, sí y mucho, no le quiero restar la importancia que tiene porque también relaciono el rol con la energía que me transmite. Digamos que me tiene que poner, el sexo es fundamental en las relaciones de pareja con lo cual quiero decir que cuando compartes tu vida con otra persona es importante encajar como las piezas del Tetris. Entre esas piezas se encuentra la vida sexual como he mencionado antes y que yo lo relaciono con el rol, sí, y no podría renunciar a esa parte. Aún así priorizo porque para mí es de sentido común, primero es la persona y luego su rol aunque vayan de la mano.

martes, 13 de agosto de 2019

Humillación


¿Qué es la humillación?
La humillación fuera del contexto del spanking o del Bdsm está fuera de lugar obviamente. La humillación como tal consiste en ofender a la otra persona y hacerla sentir mal y que su autoestima decaiga por los suelos.

En cambio dentro de contexto el cambio es brutal, porque la humillación puede hacer que alguien pase de un estado normal a un estado de excitación total.
Y entiendo que las personas que no estén en contacto con este mundillo lo puedan ver como ofensa, aunque eso ya es cosa de cada cual y su amplitud de mente o no, y ahí no voy a entrar.

Hace poco conversaba con una gran amiga mía esclava, (empezó siendo sumisa y su condición actual es esclava, de su Amo).  Y me decía cómo algo que para ella traspasaba la humillación o le hacía sentir sumamente mal a mí eso me llegaba a excitar. Jajaaa
Siendo ella esclava hace ciertas cosas que no le molan absolutamente nada, lo que pasa es que lo hace por obediencia a su Amo y se siente feliz al ver que cumple con las normas que él le impone con lo cual muy mal no está, sino no estaría con él. Todo es consentido.

Lo que le dije a ella fue que la humillación es algo muy amplio y lo que para uno es humillación y le sirve y le pone, para otro no tiene porqué.

Recuerdo hace unos años, que hablando con un amigo con quién compartí algún que otro juego me dijo: Te gusta que te llamen guarra? a lo que le respondí riéndome, no, no me gusta, pero si a ti eso te mola llámamelo si quieres. Yo haré como si no hubiera oído nada, jajaaa no me hacía sentir mal pero no me pone que me llamen guarra. (Al final no me lo llamó).

Los términos Puta, Zorra, Perra, Guarra... son muy típicos en la humillación verbal. También hay sumisos que les gusta muchísimo, da igual el género.
A mí en cambio este tipo de humillación me pone menos cero. 
Para gustos, los colores.

También hay otros tipos de humillación más físico, que podría ser coger a la persona sumisa por los pelos... arrastrarle por el suelo... Las bofetadas, escupir... hay un largo etc.
Para mí son humillaciones más del Bdsm o del mundo Kinki, o incluso del sexo duro... No me gusta etiquetar pero al final sin querer lo hago, para poder diferenciar una cosa de la otra.

Mi condición de spankee por ej. algo que me hace sentir humillada y que en el fondo me gusta muchísimo, es que me busque el culo o al rato de haber estado recibiendo una tunda o al día siguiente. Que sea él quien me baje las bragas para observar como están las marcas o que me diga a mí que sea yo quién se lo enseñe... (esto último me costaría más hacerlo a mí, es posible que me llevara otra zurra). En esos momentos siento mucha vergüenza porque me hace sentir muy pequeña, indefensa y sé que en esos momentos él tiene el poder de mi cuerpo, el control sobre mí y eso me pone y a la vez me resulta muy humillante, no lo puedo evitar...

Muy muy muy Importante es hablar muy bien antes de... porque puedes llegar a hacer mucho daño emocional a la otra persona y eso es algo que no mola para nada. Y más importante todavía es preguntarse a un@ mism@ que es lo que te gusta y que es lo que no! Tener las cosas claras te va a ayudar mucho cuando inicies un juego. Obviamente hay cosas que no sabes si te gustan o no hasta que no lo pruebes, cierto. Hay otras que directamente sin probar no lo quieres. Y por otro lado saber también que puedes probar y si no te gusta con no repetir lo tienes fácil.
El tema de la humillación va más allá porque puede traspasar unas barreras que supone dar un paso que sobrepasa lo físico y que la palabra a la larga puede dejar muchas más secuelas. La mente es lo que tiene, que es más potente.

Esto es un juego entre dos, una parte la que humilla porque queda por encima y la otra parte la humillada porque queda por debajo, es entre adultos y para disfrutar ambos sino no tiene sentido.