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miércoles, 2 de septiembre de 2020

La pataleta (Relato)




Autora: Cloe

Era sábado y aunque aparentemente tendría que despertarme con gusto y placer porque era día de ocio y de compartir con mi chico, no sé porqué me levanté con el pie torcido y como enfadada aunque no sabía muy bien porqué.

Después de desayunar y holgazanear por casa, mi chico me propuso salir a tomar el aperitivo. No sé si me apetecía ir, pero bueno... le dije que sí.

El camarero vino con una cerveza y una clara para mí, y un pincho.

Y pasados unos minutos...
  • No has probado el plato, no te gusta?
  • mmm no, no me apetece patatas con mahonesa y encima frías!!
  • ¿Has visto servir la mahonesa caliente en algún sitio?
  • No me gusta y punto!
  • Pues empieza por ahí!
  • Bueno... empiezo por donde quiera, no me preguntes y acabamos antes!!
  • Oyeee! esa boca!! - me lo dijo serio y levantó un poco el tono de su voz-
  • Te las puedes comer todas!! Yo no quiero.
  • Eso es lo que voy hacer.
Pedimos otra ronda, y el camarero trajo de aperitivo callos.
  • ¡Mira calientes! jajaja
  • Muy gracioso, sabes que los callos no me gustan!
  • ¿Le digo que nos lo cambie?
  • No, déjalo, tampoco tengo mucha hambre...
Y a los 10 minutos le dije:
  • ¿Tienes un euro suelto?
  • Sí, para que lo quieres?
  • Para comprarme una bolsa de gusanitos.
  • Es casi la hora de comer.
  • Y?
  • Pues que ya nos conocemos...
  • Tú te estás comiendo los aperitivos y yo no te digo nada.
  • Ya, pero yo luego sí me como la comida.
  • Soy mayor y yo decido si compro los gusanitos o no.
Con la misma, me levanté y fui directa a la tienda de al lado, eso sí, me tocó cambiar 20€ para comprar una bolsa de 0,50 céntimos, pero no me importó mucho con tal de salirme con la mía.
Cuando llegué, me advirtió que no los abriera, que me esperase para después de comer.
  • Sí, claro! No tengo otra cosa que hacer, me los he comprado para comérmelos ahora, tú te terminas los callos ricos y calientes y yo me como mis gusanitos.
  • Lo que va a terminar caliente hoy va a ser tu culo, te lo aseguro, llevas todas las papeletas!!!!
Preferí no hacer caso a ese comentario, eso sí, pude notar el rubor en mis mejillas al escucharlo. Aún así los abrí, porque para chula yo, y a parte, me encantó ver su cara y encima me estaba hirviendo su actitud de cascarrabias y gruñón.

Me los comía a pequeños puñados, pero despacio y saboreándolos bien para que me viera disfrutar con ellos. La verdad es que estaban buenísimos!!! Nos habíamos terminado las cervezas y dijo de irnos.
  • Deja los gusanitos ya!
  • ¿Por qué? es mi aperitivo!
  • Porque eso no es comida, además te inflas y luego no comes y sabes que por ahí no voy a pasar.
  • Pues te aguantas, a mí que me cuentas? ¿Te digo yo a ti lo que tienes que comer y lo que no? ehhhh? pues eso!!
Pude percibir que su rostro se iba transformando en cara de poco amigos...

Fuimos andando dirección al coche, estaba en un polígono retirado y aunque había alguna que otra furgoneta aparcada, no nos cruzamos con nadie.

Al entrar en el coche, me volvió a decir que dejara la bolsa.
  • Dejas de comerlos o te los quito!! 
Me lo dijo en un tono amenazante y enfadado. Hizo amago de quitármelos, no le dejé y se cayeron unos pocos en la alfombrilla. Nos miramos y me dijo que los recogiera, y como me estaba cabreando su actitud de mandón, ni corta ni perezosa los pisé!!!!

Se estaba calentando la situación por momentos...! fue a quitármelos y ésta vez siendo más contundente. Mi impotencia al ver que él tenía más fuerza hizo que sin pensármelo saliera mi mano disparada para aterrizar en su cara!! (todavía no sé como pasó)... fue darle y arrepentirme de inmediato. Su mirada daba hasta miedo... No sabía que hacer, me quedé paralizada. 
  • Lo sientooo!!! -sólo salieron esas palabras de mi boca-
Dejó los gusanitos en el coche, salió, dio la vuelta hacia mí, abrió la puerta, me quitó el cinturón de seguridad, me agarró por el brazo, me dio la vuelta, me cogió por la cintura, me subió el vestido, me bajó las bragas y en medio del polígono y entre los coches me dio cinco azotazos con todas sus fuerzas. Se me saltaron las lágrimas y no me hice pis porque no tenía ganas en ese momento sino posiblemente me hubiera meado encima...
  • Sube al coche! y prepárate cuando lleguemos a casa!!
Antes de subirse, cogió los gusanitos y los tiró a una papelera que había al lado. Me entraron ganas de llorar, pero no lo hice, me había quedado sin ellos y el culo me dolía al apoyarlo con el asiento.
Y encima no había acabado aquí la cosa... De mi boca no salía nada, no sabía que decir. Fuimos todo el camino en silencio, la tensión se percibía en el ambiente.

Cuando llegamos a casa me dijo que fuera a la habitación y le esperase allí mirando la pared, le dije que tenía pis y me dijo que fuera al baño y que ya que me tenía que bajar las bragas que no me las subiera... sentí mucha vergüenza cuando me lo dijo, vulnerabilidad, cierto temor y sin querer, excitación...

Le esperé mirando la pared y al poco tiempo le sentí por las pisadas que se acercaba a la habitación.

Se sentó en la cama y me dijo que me acercara, me acerqué despacio, con las bragas bajadas y con el vestido medio cogido... al llegar a su altura me paré. Nos miramos a los ojos y me saltó una de sus charlitas.
  • Llevas todo el día pidiéndome azotes, desde que te has levantado, el numerito que me has montado en el bar... y en el coche, los gusanitos por el suelo pisados y el bofetón... ¿Qué me dices de ello?
  • mmmm que lo siento... -se lo dije cómo pude y con la voz entrecortada-
  • Mas lo va a sentir tu trasero! Créeme!! 
Tiró de mí con su mano y me puso en sus rodillas, y sin más me empezó a sacudir... plassss.... plassss.... plassss.... plassss.... plassss....

Mientras me ponía el culo rojo me dijo que no me pensaba consentir este tipo de pataletas. Y que si volvía a portarme mal en cualquier sitio público no iba a tener reparo en darme un par de azotes delante de la gente.

La azotaina por momentos empezó a subir de intensidad y cada vez me picaba más el culo, empecé a retorcerme sobre sus muslos mientras intentaba respirar con calma porque mi corazón iba a mil...

Paró un momento y me acarició mi trasero magullado, y cuando menos lo esperaba me volvió a dar pero esta vez con algo duro y de madera que me imaginé que era el cepillo... golpes secos y espaciados entre uno y otro.

Cada vez me dolía más y no podía parar de patalear y llorisquear, me faltaba por momentos la respiración se iba y venía, no tenía control sobre ella.

Cuando paró pude recuperar el aliento, y me colocó sobre el borde de la cama, ahí estaba yo, expuesta y con el culo rojo.

Acto seguido se quitó el cinturón y me estuvo dando hasta que grité mientras lloraba sin consuelo... Se tumbó conmigo y me abrazó mientras me acariciaba el trasero que estaba ardiendo como si acabara de salir del horno.
Me estuvo consolando un buen rato, y me preguntó si me encontraba bien y si se me había pasado la pataleta. Le dije que sí a las dos preguntas.

Después de la zurra me quedé tranquila y relajada, y estuve todo el día recibiendo mimos y caricias... estaba en el paraíso!!!
Aunque mi culo quedó marcado como hacia tiempo que no lo hacía, me costó sentarme al principio, y las marcas me duraron unos cuantos días...


4 comentarios:

  1. A veces hay que portarse muy mal para recibir lo que una necesita. Yo creo que es una pena, debería resultar más fácil. Y más discreto xD

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  2. A veces está bien saltarse las normas de la discreción! XD

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  3. Jajajaja... Buenísimo. Y el chico... ¡Pobre hombre, se está ganando el cielo! ;p

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    1. Bueno... eso de que se esté ganando el cielo no lo tengo muy claro, jajajaaa ;-)

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