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sábado, 24 de agosto de 2019

Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo I - 2ª parte)


Autor: Santiago


La mañana siguiente era sábado, así que no tenía ninguna prisa en levantarme por lo que no puse el despertador. A las 12:00 del medio día me despertó el ruido de la puerta, era mi chica que llegaba en ese momento.

Lo cierto y verdad es que entró sigilosa, yo me levanté en ese momento y me encaminé a la cocina, al cruzarse nuestras miradas, la suya era cabizbaja y algo temerosa por mi posible reacción pero yo ya tenía decidido cual sería mi postura. Me acerqué a ella, puse mi dedo indice en su mentón y levanté ligeramente su cabeza para plantarle un beso en los labios.

- Buenos días Preciosa! ¿Qué tal la noche? ¿Se te pasó el enfado?

Ella entre sorprendida y confusa, acertó a contestar,

- Pues la noche bien y aún no sé me ha pasado del todo...
- Vale, pues tomate tu tiempo, si eres tan amable y no te causa problema, me avisas cuando se te pase.
- Muy bien, te lo haré saber. ¿Tú no estás enfadado?
- Si lo estuviera te aseguro que te enterarías y te llevarías la mayor azotaina de tu vida, pero eso no volverá a ocurrir, al menos hasta que reconozcas que tu actitud es merecedora de ello.
- Pues si vas a esperar eso, ya puedes esperar sentado para no cansarte.
- Lo que tu digas Mi Vida, voy a poner el desayuno. ¿Quieres que te ponga algo?
- Nooooo, ya desayuné, me voy a dar una ducha.

Su forma de contestar denotaba sorpresa y yo creo que también enfado. Por mi parte me volvieron las dudas de si todo lo sucedido fuera el plan para conseguir una zurra en toda regla, pero yo tuve toda la noche para establecer mi plan y esa no era una opción.

El día transcurrió con cierta tirantez, yo eludía toda amenaza y no mencionamos nada de lo sucedido, así fue todo el fin de semana y toda la semana siguiente, durante toda ella hizo más que méritos para enfadarme y terminar sobre mis rodillas, pero en lugar de ello yo no hacía aprecio a sus provocaciones y salí por peteneras a todas.

A lo largo de la semana fue subiendo el grado de irritabilidad en ambos, yo me moría de ganas de tenerla sobre mi regazo y darle esa zurra que se estaba ganando a pulso, pero mi decisión era firme y no tenía ninguna intención de variar mi plan.

Llegó el siguiente viernes, toda una semana, sin spanking, sin amenazas, sin castigos, sin enfados, bueno esto último no es exacto ya que ella parecía más enfurecida de día en día por mi actitud, yo también estaba algo sorprendido conmigo, pero lo llevaría hasta el final.

- Corazón esta tarde quedaste con la pareja esa amiga tuya? - pregunté -
- Sí, pero no tengo ganas de ir, estoy muy cansada.
- Vale, pues llámales para decírselo no?
- Llámales tú que te cuesta lo mismo.
- Son tus amigos, quedaste tú, y eres tú la que no quiere ir, así que les llamas tú.
- Pues yo no llamaré, que piensas hacer? me vas a convencer con tus antiguos métodos?
- La verdad es que desde el viernes pasado hiciste un montón de méritos para que los vuelva a utilizar, por no hablar de la noche que no volviste a dormir a casa, pero ya te dije que no volveré a utilizarlo, salvo que me lo pidas expresamente y seas tú misma la que reconozca tus malas acciones y estipules cual debería ser tu castigo.
- Y yo te dije que para eso, ya puedes esperar sentado para no cansarte.
- Vale, como quieras. Yo me voy a dar una ducha y salir, iré a ver a tus amigos y por cierto si no vienes no me esperes levantada, hoy me toca a mi dormir fuera.
- No serás capaz?
- Parece mentira que no me conozcas y me hagas esa pregunta.

Me tomé mi tiempo para ducharme, acicalarme y vestirme para despedirme de ella que seguía tumbada en el sofá, con un efusivo beso.
- Hasta mañana Bichito, les daré recuerdos a tus amigos.

Pase la tarde y parte de la noche con ellos y a eso de las 11 de la noche sonó el teléfono, un whasap. 
- De verdad no piensas volver esta noche? - preguntaba -
- Correcto, acertaste... alguna cosa más?
- Eres un cabrón, lo sabes verdad?
- Es todo un halago viniendo de tí, me llamaron cosas peores en mi otra vida.
- Tengo que hablar contigo, a que hora volverás?
- Ya te dije que hoy no iré, el viernes pasado dormiste tú fuera de casa y este me toca a mí.
- En serio que tengo que hablar contigo.
- No será tan importante que no pueda esperar hasta mañana.
- Pues sí que lo es, estuve toda la tarde dándole vueltas a lo que me dijiste y ''quizás'' sólo ''quizás'' igual tienes algo de razón.
- Pues cuando el ''quizás'' se convierta en ''seguro'' me lo cuentas.
- Igual tienes algo de razón y me tengo ganada una buena azotaina, pero tengo que hablarlo contigo cara a cara y no así por mensajitos.

Todas las mariposas empezaron a revolotear en mi estómago, estuve a punto de salir corriendo para ir a su lado, pero me contuve, me lo hizo pasar muy mal ese viernes y luego la semana, así que no estaba dispuesto a ceder ni un ápice en mi petición.
- Cuando lo tengas claro del todo me lo haces saber.
- No seas tan cabrón, te estoy diciendo que reconozco que me porté mal, que me merezco esa azotaina y que no quiero dormir sola esta noche.
- Y que castigo crees que te mereces?
- Tú mismo lo puedes estipular, ven a casa y lo discutimos.
- Está bien, a las 12 en punto estaré en casa, vas a ir a nuestro armario donde guardamos ''nuestras cosas'', saca los que tú creas que te mereces que use. Te vas a poner el vestido de la discordia del viernes pasado, los zapatos de tacón alto, mis boxer que te regalé y con ellos bajados hasta las rodillas y con el vestido levantado me esperas en el rincón de pensar y dejas los utensilios encima de la mesa del salón. Si lo cumples todo y lo que has elegido para recibir los azotes me parecen suficientes hablaremos.
- Te acabo de decir que quiero hablar contigo.
- Hablaremos todo lo que quieras después, a las 12 en punto estaré en casa.

Después de ese último mensaje no tuvimos más comunicación, me encaminé hacia la casa y a las 11'50 ya estaba en el portal.
Me quedé sentado dentro del coche haciendo tiempo mientras repasaba mentalmente todas las provocaciones que existieron durante la semana.

Justo a las 12:00 en punto estaba en la puerta de casa, al entrar en ella, una agradable melodía sonaba en el salón que era el único que tenía luz. Me acerqué despacio, un poco firme y entre en él. Allí estaba ella, tal y como la había pedido, en su rincón de pensar, con las manos sobre la cabeza, el vestido levantado y recogido en su cintura, las piernas semi abiertas y el boxer a la altura de sus rodillas. Su culo, así expuesto en todo su esplendor el cual ya echaba mucho de menos después de toda una semana sin disfrutar de él.

Y en la mesa, todo un espectáculo para los sentidos de un acérrimo Spanker. Perfectamente colocados, la pala de cuero flexible, la pala rígida, la regla de madera y el cepillo del pelo. En ese momento pensé que aún faltaba un elemento al que ella tiene un imponente respeto el cual sólo utilizaba en las ocasiones digamos ''especiales'', yo consideraba que ésta era una de esas, aún así no hice comentario al respecto. Me faltaba ''The Canne''.


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