El autor de esta entrada pertenece a David Pertús y aunque tengamos gustos diferentes, sí compartimos los valores cívicos y el respeto por estos lares y sobre todo el buen diálogo entre dos personas adultas que somos. No tenemos porqué estar de acuerdo y aún así nos escuchamos y respetamos libres de juicio. Os comparto su visión acerca del BDSM.
Siempre he creído que el BDSM se sustenta en una base plena de valores, y siempre lo he respetado, porque nos guste más o menos, es un pacto entre dos o más personas.
Quizás por creer que soy un idealista o simplemente porque la educación que cada uno lleva de base al final es lo que puede hacer de tu experiencia BDSM un cielo o un infierno. No recuerdo bien cuando empecé a interesarme por este mundo, pero si recuerdo que siempre sentí muchísima atracción por todo aquel que es capaz de entregar su alma a otro, no sólo su cuerpo. Y convertirlo en algo que traspasa lo meramente físico para convertirlo en algo muy emocional, porque en esencia eso es para mí el mundo de la dominación/sumisión. Entrega, dedicación, cuidado, educación, formación, crecimiento, divertimento, dolor, castigo, atracción, perversión, morbo, deseo y amor, mucho amor.
Porque si no hay todo eso se pierde su razón de ser, su cometido, y su fin. Y porque si no hay eso al final se traduce simplemente en algo físico sin sustancia, sin vida, el BDSM es vida!! Porque te sientes vivir, te transforma, te eleva y te convierte en alguien diferente al resto. Eso lo sabe cualquiera que esté en este mundo.
Desde siempre me atrajo la plástica y la estética de las sumisas. La belleza de un culo rojo por unos buenos azotes, las muñecas dolidas por unas ataduras, esas miradas de deseo, de súplica, esos ojos rojos por las lágrimas. Esos gemidos, gritos, susurros al oído, insultos a la cara, babas que caen, esa intensidad que sólo sabe dar quien se entrega de verdad, ese aftercare tan cacareado y en muchas ocasiones olvidado...
Soy voyeur de cuna, una alma curiosa, un puto morboso que disfruta con la posesión, con tener el control de la situación y con la seguridad que alguien está dispuesto a lo que sea por ti. Me encanta la belleza que desprende una sumisa arrodillada, ávida de órdenes y dispuesta. Vestida para la ocasión, sin vergüenza, sin pudores, sin prejuicios. Tener el poder le llaman, pero nadie tiene el poder si alguien no se lo otorga, y en ese contrato verbal, en ese compromiso es donde se encierra la clave de todo esto. Porque la sumisa te entrega un tesoro, te entrega su ser y un domimante tiene la responsabilidad de cuidar, conocer a fondo, pulir, proteger y otras muchas cosas mencionadas con anterioridad para aportarle a la sumisa mucho más que unos buenos azotes o cuatro polvos atada a la cama.
Esto es una simbiosis, una sinergia entre dos que se necesitan para crecer, siempre he pensado que un dominante no tiene razón de ser sin una sumisa, y una sumisa no es nada si no tiene al lado un dominante que la complemente y le complete, que el uno sin el otro simplemente no son, no existen.
Para empezar una relación BDSM como cualquier otra se basa en la atracción, bien física, mental o por instinto, la que cada uno en su interior utilice, pero atracción al fin y al cabo. A partir de aquí según mi opinión debería sentarse la base de lo que será esa relación en el futuro más inmediato. A mí siempre me gustó conocer antes a la persona que a la sumisa para poder entender mejor a la persona, sus miedos, sus frustraciones, sus preocupaciones, sus ilusiones, sus fantasías, sus inquietudes, sus virtudes y defectos, su filosofía de vida. Aquello que la hace reír o llorar, que le da paz o la revoluciona, aquello que le preocupa o le da vida... Y de esa manera darle a la sumisa aquello que le haga sentirse plena, saber entenderla, activarla y gestionarla.
La confianza es otro puntal básico, juntamente con la transparencia, ya que se desnuda mucho más que un cuerpo. Se desnudan las vergüenzas, las cosas más íntimas, ya que la sumisa queda muy expuesta, demasiado en ocasiones, pero eso es lo que realmente ofrece a cambio de que la hagas crecer, sentirse valorada y única, importante para su Amo. Alguien que encaja en su ser.
Porque en ese encaje mutuo, en esa sinergía, ambos deben aportar su grano de arena, adaptarse el uno al otro, y ¿Por dónde se empieza? se preguntarán, pues por unas siglas básicas que en este mundo conocen todos CSS (Consensuado, Seguro, Sensato). Una relación BDSM que se inicie simplemente por un Dominante que impone a la sumisa absolutamente todo lo que él cree que tiene que imponer, no es una relación de entrada con garantía de éxito, aunque de todo habrá por ahí, pero la mayoría empiezan a romperse justo en ese punto. Porque en la primera señal de no respeto hacia quien tiene la intención de entregarse.
En ese CSS se crean los límites de cada uno, qué prácticas si y cuáles no, afinidades, gustos, filias, fobias, gestión del tiempo, el qué, el cómo, el cuándo, el dónde, el por qué, el por qué no. Es el nacimiento de las reglas que van a manejarse en esa relación y no tienen porqué ser iguales a las demás ni parecidas, porque esos son pactos entre dos y solamente entre dos. Y en cada pareja serán diferentes en función de perfiles y valores de cada uno, o gustos. No hay dos relaciones D/s iguales, no hay dos sumisas iguales, no hay dos Dominantes iguales, no somos iguales afortunadamente, aunque nos una un vínculo, una pasión o una forma de entender la vida.
Esto que parece tan elemental, no siempre es así. Hay Dominantes que se empeñan en tratar a todas las sumisas de la misma forma, con las mismas prácticas, como si fueran clones o como si todas las sumisa tuvieran que parecerse a ladrillos. Da igual cual cojas, todos son cuadrados, rojos, hechos de arcilla y duros. ¿Se lo creen ustedes? Yo no.
Otra cosa que siempre me ha sorprendido mucho mientras conocía posibles sumisas a las respuestas que me daban ante la pregunta de ¿Qué esperas o que tipo de Dominante es el que buscas? ¿Qué características o aptitudes debería tener? Muchas dibujaban al príncipe azul, es lo que llamo el síndrome del príncipe encantado. Lleno de cualidades, pero claro, luego la realidad era que no lo encontraban, posiblemente por dos razones, la primera porque no existe, y la segunda porque en muchas ocasiones exigimos alguien al lado de un nivel superior al que tenemos. No es coherente querer un Dominante culto cuando a la sumisa no le gusta la lectura por ejemplo. Al final lo más sensato siempre es que haya un equilibrio a todos los niveles o cuanto menos, que las diferencias no sean muy evidentes. Pero como digo, es sólo mi opinión, nunca la verdad.
Otra característica que creo debería tener una relación de este tipo es el respeto por la misma, el Dominante es el primero que debería ser riguroso con lo que dice que piensa, con el respeto a ese CSS pactado. Dar ejemplo, y velar por el cumplimiento de ello. La realidad en muchas ocasiones no es esa por desgracia.
La sumisa por su parte también debe aceptar su papel y hacer crecer la relación. Los términos que se definan y no jugar al juego vainilla de aceptar de entrada unas condiciones con la intención de querer cambiarlas con el tiempo para conseguir más atención, más tiempo, o cambios personales que no se pactaron de entrada. Ya me entienden. El resumen de esto es que cada uno sea la persona, la sumisa y Dominante que decían que eran cuando se conocieron.
Y hasta aquí mi visión personal de cómo concibo este mundo. Podría extenderme mucho más pero no quiero cansarles.
Estoy de acuerdo con David en que por encima de todo está la persona y luego el rol y que hay que pactar ciertos consensos antes que nada. Aún así pienso que, aunque se respete el haber hablado y pactado ciertos acuerdos, siempre se puede cambiar de opinión y volver a reajustar si es necesario. Y si no se pueden modificar por los motivos que sean pues se deja la relación como personas adultas y civilizadas. Aquí paz y después Gloria.
En cuanto al príncipe azul, jejeee añadiría también a la ''princesa soñada'', que esta versión también se da por parte de algunos hombres. Idealizar a la sumisa bañada en la perfección, tampoco existe.
Aunque nuestras filosofías de vida sean distintas siempre es un gusto dar con personas como tú. Muchas gracias David por compartir tu visión personal en mi blog, ha sido un placer leerte.
Creo que el autor del artículo no debería haber vertido insultos innecesarios a las parejas vainilla calificándolas genéricamente de falsas en sus acuerdos de relación. Creo que ambos mundos merecen respeto. Porque muchos vainillas podrían calificar los amos BDSM de abusadores por la simple razón de que existen esos abusos y que, por pocos que sean, son demasiados.
ResponderEliminarPartiendo del respeto mutuo y de la repulsión por la doblez creo que se llega a una muy buena relación en cualquiera de los dos mundos.
Hola Reinard,
EliminarEl autor no insulta a las parejas vainilla, ni las califica de falsas en sus acuerdos de relación. En el párrafo: ''No jugar al juego vainilla de aceptar unas condiciones con la intención de querer cambiarlas con el tiempo para conseguir más atención, más tiempo...'' Se está refiriendo en todo momento a la sumisa. No a las relaciones vainilla.
Como me ha gustado saber de usted Señor.
ResponderEliminarEstupendo artículo.
Sencillamente perfecto. Gracias, guardare este documento para mostrárselo a mi sumisa.
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