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martes, 8 de octubre de 2019

Aquella insoportable impuntualidad (Relato)




Autor: Spankcelot


Este es relato de mi iniciación como spanker, fue de un modo inesperado, a la vez que deseado desde hace mucho tiempo.
Yo por aquel entonces salía con una chica unos años menor que yo que se llamaba Noemí. Ella estaba  empezando a estudiar en la universidad, mientras que yo cursaba el último año de carrera, después de una semana cargada de estudio y con un examen que había hecho el viernes, el sábado me apetecía relajarme y tomar fuerzas para la recta final del curso.

Aquel sábado quedamos Noemí  y yo para ir al cine, en unas salas que estaban bastante céntricas en la ciudad y cercanas a un bonito parque estilo clásico. La sesión a la que habíamos quedado era la de las 20 horas 30, pues tampoco quería salir muy tarde del cine, y tener un poco de margen para tomarnos algo.

Como sabía lo impuntual que normalmente era, el viernes cuando quedamos por teléfono la previne:

 -Por favor Noemí se puntual, que yo cogeré las entradas y estaré a la puerta del cine esperándote
-Si no te preocupes.
Ella vivía a las afueras de la ciudad y para ir al centro solía coger el coche.
-Por favor Noemí, vente con suficiente margen de tiempo, que ya sabes que alrededor de los cines Roxy se aparca muy mal.
-Si , no seas pesado que ya lo sé
-Bueno pues quedamos a las 20h 20 minutos, para coger unas palomitas y bebidas antes.
-A las 20h 20 minutos estaré como un clavo.
-Eso espero, un besito cielo.
-Un beso amor, hasta mañana.

Yo la insistí, pues la mayoría de las veces que quedábamos ella llegaba bastante más tarde de la hora acordada, y teniendo en cuenta que la película estaba teniendo bastante éxito y las colas que se presentaban en ese cine, no quería quedarme fuera o con las entradas y la película empezada hace tiempo.
La principal causa de su impuntualidad era, que tardaba mucho en arreglarse y no estaba acostumbrada a salir de casa sin un aspecto perfecto, en definitiva gestionaba mal el tiempo. Eso sí, he de reconocer que siempre venía deslumbrante y guapísima y eso me hacía muchas veces minimizar su tardanza.

Ese sábado me acerque con bastante antelación al cine, eran las 20 horas 10 y ya había una larga cola para las entradas, me situé al final de la misma, y justo cuando iban a ser las 20 horas y 20 minutos, me tocaba el turno en taquilla, pero como Noemí todavía no llegaba, deje pasar a un par de parejas a ver si mientras tanto aparecía.
Eran las 20h y 25 minutos y no llegaba. Me empecé a poner nervioso a la vez que cabreado, pues me temía que iba a llegar bastante tarde otra vez. Me asaltaba la duda de si coger o no las entradas, pues no quería entrar con la película muy empezada, y por otro lado todavía estaban bastantes personas detrás de mí en la cola, con lo cual era previsible de que la sala se llenaría. Decidí apurar hasta el último minuto, mientras miraba repetidas veces hacia atrás a ver si la veía aparecer, 20 h y 31 minutos, estoy ya decidido a cogerlas para no quedarnos fuera, pero la taquillera me dice que para esa sesión se han agotado.

Me quede todavía a la entrada como un pasmarote y con un cabreo del 15, pues nuevamente estaba llegando tarde. Finalmente a las 20h y 43 minutos la veo aparecer corriendo por el otro extremo de la calle, yo pensaba para mí “para que corre se pensará que vamos a entrar”.
Venía con un pantalón vaquero Lewis blanco que me encantaba, pues resaltaba su culo perfecto, y una camiseta blanca con transparencias, y con su pelo suelto negro precioso.

-Hola perdona, la tardanza pero el aparcamiento está imposible.
-Si eso ya lo sabíamos
Dije secamente.
-Venga vamos que, lleva 10 minutos empezada
-No vamos a entrar Noemí.
-Pero, ¿no sacaste las entradas?
-No, no las saqué, aunque pude haberlas sacado, si hubieras llegado en hora.
-Pero estás gilipollas tío. Como no las has sacado… Es que ha llegado tarde? y yo corriendo como una loca…

Yo estaba que me subía por las paredes… La eché una mirada furibunda y la espeté…

-No tontaina, yo sí  llegué pronto, hice la cola y esperé hasta el último momento a ver si la señorita prisitas aparecía, ¿qué esperabas entrar con la película empezada hace un cuarto de hora no?  Anda vamos al parque a ver si nos da un poco el aire.

La cogí del brazo y entramos en el parque, necesitaba respirar, y caminar para procesar toda la mala leche que se me había formado. En el trayecto de entrada al parque no articulamos palabra.
Tras llegar a un rincón del parque Noemí rompió el silencio:

-Bueno tío, tampoco es para tanto, podemos ir a las sesión de las 22h 30.
-Llegaste tarde, muy tarde, otra vez. Dije amargamente.
-Jolín tío diez minutos, y es que aquí se aparca fatal, tu elegiste éste sitio.

Lo que realmente me cabreaba era la incapacidad de reconocer su impuntualidad y hacerme responsable a mí,  a la vez que querer hacerme ''comulgar con ruedas de molino''. Aunque en el fondo sabía que quería que la perdonara y estuviera de buen humor con ella, sus formas eran las de una niña mal criada.
Los dos estábamos de pie caminando lentamente, y al oír aquella ridícula excusa, no aguanté más y exploté. Me gire hacia ella y mirándola fijamente la dije:
- Te recuerdo que habíamos quedado a las 20h y 20. Llegaste 23 minutos tarde.

Rápidamente eché una mirada furtiva a mí alrededor, como un depredador a ver si había alguien cerca, solo a lo lejos se oían las risas de unos jóvenes.
Y sin mediar mas palabras la agarré del antebrazo izquierdo, caminé un par de metros hasta un banco de madera del parque, y a la vez que me sentaba la puse encima de mis rodillas, fue algo automático, casi instintivo, la sujeté por la parte alta de la cintura con la mano izquierda, y con la mano derecha la propiné dos fuertes azotes en el culo, que al pillarla totalmente desprevenida rebotaron deliciosamente en sus adorables nalgas.

-Aaaaaay pero que haces tío. Mientras se giraba y me miraba atónita.

Yo nunca la había azotado, ni a ella ni a nadie, solamente algún azote suelto en plan juguetón  o picantón.  Pero muchas veces había fantaseado con dicha posibilidad aunque no me atrevía a proponérselo a Noemí, pero las veces que la había dado un azote de esos juguetones había notado como se relajaba su cuerpo después,  y como adoptaba posturas más provocativas, e incluso le cambiaba el carácter si estaba estresada o ansiosa.
Pero, esto era algo diferente y aunque tenía la duda de si iba a encajar bien la zurra que me disponía a darla, al verla tumbada sobre mis rodillas con la cara mitad de asombro y mitad de disgusto, estaba tan arrebatadoramente bella en su vulnerabilidad,  que en aquel momento tomé la decisión de ir hasta el final, y la contesté con determinación:

-Lo que debería haber hecho ya hace mucho tiempo, voy a ponerte el culo como un tomate por llegar siempre tarde.

Y la descargué media docena de fuertes azotes, espaciados pues ahora al comprender que me disponía a darle una buena azotaina, y que el castigo iba en serio, se empezó a resistir con fuerza e intentar zafarse de mí.

-Nooo, sueltame bruto, no tienes ningún derecho, quien te has creído que eres.

Fue una lucha sin cuartel durante casi cinco minutos, pero cuanto más se resistía ella más me excitaba yo, ella intentaba incorporarse, pero mi mano izquierda en su cintura a la vez que el ángulo en el que colgaba su cuerpo me permitía  impedírselo, también intentaba girarse, voltearse, con lo que tenía que ceñir fuertemente mi brazo izquierdo a su cintura para que no lo lograra. Con su mano derecha trataba de cubrir alguna parte de sus nalgas, o parar alguno de los azotazos, al principio lo conseguía, se retorcía y los movimientos de su mano me impedía impactar los azotes, pero eso si cuando lo conseguía venían con bastante fuerza y de bien arriba.

Progresivamente sus resistencias fueron menguando, tanto las físicas como las psicológicas. Al principio gritaba:

-Sueltaméeee caaaabrón, me haces daño.
-Y mas que te voy hacer, cuando acabe, no te vas a poder sentar a gusto en un buen rato.
-Aquí no por favor nos va a ver la gente.
-Lo hubieras pensado antes de comportarte como una niña malcriada.

Yo intuía que sus primeras resistencias iban enfocadas más en la vergüenza y la  humillación de ser azotada en un lugar público, que en el dolor en sí, que todavía no debía ser muy fuerte, ya que Noemí tenía unos musculosos glúteos, pues jugaba al voleibol desde el colegio, y a buen seguro que la amortiguaban mis recios manotazos. A mí  también me daba algo de reparo  azotarla allí, pero ahora la mecha estaba prendida y no era capaz de dejar de azotarla.

Por suerte aunque había gente en el parque no estaban lo suficientemente cerca para que nos pudieran escuchar, aunque llegados a éste punto creo que a mí me daba igual…
Pero a Noemí si le parecía importar bastante, y miraba en repetidas ocasiones alrededor a ver si alguien nos observaba, y aunque se resistía con todas sus fuerzas evitaba chillar fuerte o hacer mucho ruido para no provocar un escándalo que llamara más todavía la atención.

Poco a poco sus resistencias fueron cediendo, mitad por fatiga mitad por aceptación del castigo. Ahora la tenía muy bien sujeta por la cintura, su tronco colgaba de mis rodillas por un lado y por el otro sus piernas. Su cara casi rozaba el suelo, su brazo derecho lo tenía aprisionado junto a su tronco, de forma que no podía usar su mano para cubrir su trasero, y poco podía hacer para evitar la zurra, más que contraer las nalgas y patalear.

En ese momento la azotaina empezó a configurarse como algo metódico y serio. La azotaba levantando bien la mano y dejándola caer con fuerza en cada nalga, unas veces un poco más arriba y otras más abajo, otras entre ambas nalgas en su parte más baja, no quería dejar ni un milímetro de su adorable culo sin castigo,  y como era de esperar el  auténtico dolor hizo acto de presencia.
Ahora su discurso cambio radicalmente y empezó a suplicarme que parara.

-Por favor Luis no llegaré tarde mas, por  favor auuchhh

A mí también me dolía la mano, pero sabía que era uno de los momentos decisivos de la zurra, y aceleré el ritmo de los azotes, al poco rato empezó a patalear con fuerza  en un intento fallido de proteger sus nalgas con los pies.
Ahora el dolor se impuso a la vergüenza y empezó a chillar y quejarse más sonoramente

-Por favooor auuuuuh

Yo estaba como hipnotizado con su berrinche, observando las pataletas y contorsiones de ella siendo zurrada y cabreada desconocida para mí. Yo estaba como poseído de una fuerza que no sabía de dónde la sacaba para sujetarla y seguir propinándole fuertes azotazos para lograr su justo castigo.

Y en ese momento se rindió…., rompió a llorar. Gimoteaba y lloraba como una niña articulando sonidos incomprensibles. Yo ralentice el ritmo de los azotes y moderé la fuerza de los mismos, pero no paré la azotaina, no quería acabar bruscamente, sino que la daba azotes espaciados y con plena conciencia. En aquel momento creí que la zurra había sido lo suficientemente severa y estaba deseando levantarla para abrazarla y besarla.

Paré sólo por un instante para acariciarle las nalgas y distribuir un poco la sangre hacia los muslos, y disfrutar de la adorable textura de sus posaderas. Realmente le ardían las nalgas.
Y entonces me inundó el irrefrenable deseo de ver el efecto que mis manos habían tenido, sobre aquellas adoradas nalgas. Y deslice mis manos a los botones de sus vaqueros para bajárselos y contemplar la rojez de su culo. Pero ella al sentirlo se volvió a resistir con fuerza, ya que pensaba que se los bajaba para continuar azotándola y hacerla más daño:

-No por favor en las nalgas desnudas nooo

Y aquella súplica  sonaba con un doble mensaje, su parte racional y consciente quería acabar aquel pequeño suplicio ya, pero su parte más salvaje e inconsciente anhelaba que la zurra alcanzara la mayor intensidad tolerable posible.
Y yo que aunque encantado  de haber llegado hasta allí, estaba sorprendido y un poco asustado de mi propia contundencia y asertividad, me pareció la mayor de las crueldades dejar la azotaina de Noemí allí….
En aquel instante comprendí que todavía la zurra no había terminado. Realmente quedaba la guinda del pastel, y la guinda era” acabar de ponerle el culo rojo como una guinda” y disfrutar de la vista de ese color.

Estuve luchando un par de minutos para bajarle aquellos pantalones Lewis blancos, la vergüenza de verse ahora más expuesta y el miedo a un castigo más severo y a perder  la protección del pantalón redoblaron sus fuerzas. Aunque los botones y el cinturón los pude desabrochar pronto, la tarea de bajar unos vaqueros ajustados en una chica joven pero ya mayor de edad que se resiste y  además es deportista no fue tarea fácil, y aunque mi intención primera solo era disfrutar de las vistas de sus coloradas nalgas, su fuerte resistencia me estimuló a azotarla de nuevo. Sentía que ahora la resistencia no solo era por la vergüenza de exponer su culo al aire, sino también por el miedo a otra fuerte tanta de azotes ahora sin la protección de la tela vaquera.

Cuando finalmente conseguí bajarle los pantalones, me quede otra vez totalmente hipnotizado, unas minúsculas braguitas azul celeste claro con ribete blanco, cubrían parcialmente sus coloradotas nalgas, el rojo de la piel contrastaba vivamente con la ropa interior clara, en especial con la puntilla blanca del ribete de las bragas. No eran sus bragas más bonitas pero desde entonces fueron de sus bragas, mis favoritas.
Estuve allí en contemplación de su culo, no sé el tiempo, debió de ser poco pero a mí se me hizo un mundo, hasta que ella se movió giro su carita llena de lágrimas y vergüenza, y me suplico con aquellos ojos  grandes y marrones  que tenía:

-Por favor Luis no me azotes más, me duele mucho el culo, no volveré a llegar tarde nunca más, te lo prometo.

Y en ese instante si me dio pena y estuve tentado a finalizar la tunda en este punto, su cara sí me decía eso, sus ojos reflejaban mucho miedo, casi diría pánico,  pero por contra su respingón culo me decía que quería la guinda.
Casi sin querer hice un recorrido retrospectivo por la zurra que la estaba dando, y las distintas fases emocionales por las que había pasado.

Primero fue la sorpresa al recibir los inesperados primeros azotes, en segundo lugar la negación de la zurra,” esto no puede estarme pasando a mí”, la rebeldía y el consiguiente cabreo sobre todo por la humillación y vergüenza que suponía recibir una azotaina real con su edad y en un lugar público, después vino una  tercera fase de rendición y aceptación de la azotaina y del dolor físico que la acompañaba, con los primeros destellos de arrepentimiento y culpabilidad, y ahora al ver sus aterrorizados ojos y el temblor que empezaba en su cuerpo entramos en la fase final de miedo profundo al castigo, vergüenza más intensa al verse más expuesta y arrepentimiento auténtico.

Algo me decía que Noemí estaba entrando en un mínimo estado alterado de conciencia y algo regresivo de vuelta a la infancia. Debido seguramente a las intensas emociones encontradas y en las endorfinas, pues sin querer minimizar el dolor que estaba sintiendo, que desde la posición del spanker es una actitud muy cómoda. Aquella expresión de suplica y pánico en sus ojos me parecía desproporcionada, para una chica de 20 años deportista con unos glúteos bien torneados, que estaba siendo azotada con la mano, no con ningún implemento, pero eso sí  que era su primera azotaina y en la cual yo me estaba empleando a fondo.

Me di cuenta que su alma estaba queriendo encarar un miedo profundo, diría que atávico que yo no sabía de dónde venía ni tampoco creo que importara en este momento y que yo lo único que podía hacer para ayudarla a atravesarlo, era darle espacio al miedo sin exagerarlo ni negarlo, manteniéndome firme en mi decisión de culminar la zurra.
Por eso la respondí:

-Noemí, cielo no puedo soportar por más tiempo tu impuntualidad, por eso tengo que continuar con la azotaina para tener la certeza de que éste comportamiento no se va a repetir en el futuro. Y mi voz reflejaba seguridad a la vez que cariño.

-Nooo por favor nooo, te  lo prometo  que noooo.
-Hoy vas adormir con el culito bien caliente te lo puedo asegurar.
-Noooo por favor, no sigas, no voy a poder soportarlo…

Mientras se giraba y me miraba suplicante, intentando la manipulación a través de la compasión, que era ya su única defensa posible, pues su resistencia física se había agotado.
Aunque nuevamente tentado a parar, me mantuve inquebrantable en mi decisión:

-Lo siento señorita, por desgracia para tu culo, no vas a tener más remedio que soportar tu ya bien sabes que merecido castigo.
-Nooo, Luis lo siento de veras…
-Te acuerdas la lo que te dije cuando recibiste los primeros azotes….?
-Noooo, quee
-Que te iba a poner el culo como un tomate, y aunque lo tienes bastante rojo no voy a parar hasta que tus dos nalgas parezcan dos tomates bien maduros.
-Nooo, no más por favor.

Decía la pobre Noemí mientras gimoteaba desconsolada en espera de la zurra.
La deje unos dos minutos en ese estado de miedo expectante, que a veces es peor que la propia zurra real para que reflexionara a la espera de la continuación de la tunda. Que luego me confesó que se le hicieron eternos, para dar espacio a que el miedo profundo aflorara de su escondrijo, pasados los cuales, con total determinación reanudé vigorosamente la azotaina.

Comencé descargando un fuerte manotazo en la nalga derecha luego en la izquierda luego entre medias de ambas, sus carnosas nalgas no constreñidas ahora por el vaquero rebotaban deliciosamente después de cada azote. Así seguí un poco de tiempo azotándola, sobre las bragas unas veces y sobre los mofletes del culo que sobresalían adorablemente de las mismas en atrás ocasiones, y que empezaban a estar muy colorados.

-Auuuuuuu, ya por favoooor, paraaaa

Aunque las braguitas eran finas y aportaban poca protección a sus ya doloridas nalgas, se las arremangue un poco como si fueran una tanga, y la volví a azotar no tan fuerte como antes pero con bastante contundencia. Notaba que ahora para hacer el mismo daño requería de menos fuerza que antes. Por un rato me deleite en dar un buen ritmo a aquellas cachetadas, ni muy lento ni muy rápido, y aquel ritmo de crucero digamos, empezó a hacer estragos en su ya magullado trasero. 

Por otro lado la contemplación casi total de la superficie de la piel de su trasero me revelaba las zonas más rojas y castigadas y me permitía concentrar los azotes en las zonas menos marcadas, y así continué azotandola con precisión y contundencia   hasta  que los dos globos que eran sus nalgas perfectas estaban uniformemente colorados. Los azotes eran ahora mucho  más ruidosos, y se asemejaban a sonoros aplausos, finalmente si aceleré el ritmo y aumente la fuerza al máximo, para la traca final:

-Plash plashhh auuuuchhh

Nuevamente  Noemí rompió a llorar, y además de la fuerte llantina empezó a patalear con fuerza y velocidad, parecía que estaba nadando unas veces a crol otras a braza, su culo parecía que tenia vida propia independiente, se contraía y relajaba. Intentaba aguantar los azotazos lo mejor que podía, oponiendo la que parecía ser su  última y desesperada resistencia.

Durante un rato puse mi pierna derecha encima de las suyas para evitar las pataletas, y tener su trasero más controlado y me concentre en azotarle el centro de ambas nalgas, que contraía con fuerza en unas ocasiones, para proteger la delicada piel y carne cercanas al ano y a la vulva. Dejando el culo suelto en otras lo que me permitía aplastar el centro de su trasero y alcanzar con la punta de mis dedos el comienzo de su sexo,  hasta que sus ya fatigados glúteos se rindieron en ese momento….y de repente…. todo su cuerpo empezó a temblar como un pajarito, y su culo después de una fuerte contracción se relajó y se abrió , y unos deliciosos estertores contorsionaron su cuerpo.

Solté sus piernas de la mía, disfrutando del espectáculo de ver como la pulsación desde la pelvis recorría todo su cuerpo y se mezclaba con la vibración de los sollozos. Acaricie su dulce entrepierna que…. estaba deliciosamente húmeda. Permanecí otro rato eterno anonadado sintiendo como la vibración de todo su cuerpo se iba aquietando, el tiempo parecía haberse detenido.

La incorpore,  la subí los vaqueros, y la senté a horcajadas sobre mis muslos, mi pene sobresalía bajo mis pantalones. La miré a la cara, estaba aunque llena de lágrimas, y con todo el rímel corrido y el pelo despeinado, radiante, con las mejillas sonrosadas, y tan… tan bella….. La besé tiernamente mientras acariciaba sus zurradas nalgas, y después la pregunté mirándola fijamente a sus claros ojos marrones.

-Verdad que no vas a llegar nunca más tarde?
-No nunca, lo juro.

Nos fuimos con prisa hacia el coche, aunque a Noemí le costó seguirme pues se ve que le escocían bastante las nalgas al caminar después de aquella monumental zurra, para ir a casa y  acabar en la cama lo que había comenzado por una tarde de cine… y aquella insoportable impuntualidad.


4 comentarios:

  1. Jo qué relato mas completo y tan intenso.
    Ése sí que es un buen comienzo como spanker.

    Me gusta mucho sobre todo la situación en el parque, un poco a oscuras pero no apartado del todo, de un parque al que solía ir de joven, en Málaga, y donde comencé algunos de mis juegos favoritos con mi pareja de aquellos entonces.

    También me ha gustado la descripción de las diferentes fases por las que pasa la spankee, aunque no siempre son así obviamente, pero si la manera como las explica.

    Muy buena también la descripción en como el spanker disfruta de la contemplación de ese culo, que cada vez se va volviendo mas rojo.

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    1. Me alegra que te guste Raphael. Gracias por la visita y por el comentario.😉

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  2. Excelente relato. Como en el parque de esta demasiado expuesto a extraños , yo una vez comprobado el estado de culo colorado hubiera optado por parar esa azotaina momentáneamente y la dejaría vestirse para inmediatamente y a trompicones encaminarnos al coche para ir a casa. El sermón sería de los gordos y la amenaza de cómo continuara la azotaina al llegar a casa , creo que ese factor es muy interesante ., las expresiones que se tienen cuando amenazan de algo que va a suceder si o si.

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    1. Estoy de acuerdo que el factor 'sermón' y evidenciar la continuación de la azotaina al llegar a casa resulta muy 'vergonzoso' a la par que 'excitante'... sería otro modo diferente de juego e igual de interesante que lo expuesto en el relato.
      Gracia por tu aporte!

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doyluzamisombra@gmail.com