martes, 27 de agosto de 2019

Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo I - 3ª parte)


Autor: Santiago

Me senté en una silla que ella misma dejó preparada en el centro del salón cuando yo no le hice esa petición. Durante unos minutos contemplé toda su belleza y de nuevo las Mariposas de mi estómago revoloteaban sin control, ella permanecía erguida en su rincón esperando que yo tomara la palabra y la iniciativa, lo cual hice al cabo de unos interminables 10 minutos.

- Está bien, date la vuelta - le pedí -

Con cierta calma se giró, sus manos fueron directos a tapar su sexo y con sus típicos pucheros y mirada decaída permaneció sin mediar palabra hasta mi siguiente orden.

- Vale, súbete los bóxer y bájate el vestido y siéntate aquí, la indicaba con un dedo, sentarse en mi regazo.

Una vez sobre mis rodillas, la dije: Y ahora que es lo quieres hablar?
Pareció sorprenderla mi pregunta, supongo que en ese momento lo que esperaba era que le soltara un sermón y que terminara obligándola a colocarse sobre mis rodillas para empezar la zurra que sabía se tenía más que ganada.

Mi brazo izquierdo la rodeaba la cintura y empujaba para estar más pegados, mientras la derecha se encargaba de acariciar su cara y acariciar su pelo.
- Estoy esperando a que me digas que es de lo quieres hablar?
- Lo siento, de veras, lo siento. Mi comportamiento del viernes pasado no te lo mereces y esa actitud desafiante que he mantenido toda la semana tampoco. Sólo quería que lo supieras, que estoy muy arrepentida y te prometo que no volverá a suceder.

Sus argumentos y exculpaciones continuaron, mientras yo solo la miraba fijamente y no decía absolutamente nada, estaba disfrutando de ese momento porque sabía que para ella, en especial a su orgullo le dolía mucho más que los azotes que estaban a punto de comenzar.

Cuando comenzó a titubear y perder fuerza en sus argumentos decidí intervenir.
- Todo eso me parece muy bien, pero aún no te escuché decir nada sobre lo que te mereces para reparar esa actitud.
- Esa es tu parte, tu siempre decidiste lo que era mejor para mí y yo estoy dispuesta asumir lo que estimes conveniente.
- Ya, ya, eso mismo hice el viernes pasado y creo que sobra decir como terminó el asunto, así que hoy quiero escucharte alto y claro que tengo que hacer para que queden expiradas tus culpas.
- Eres un estúpido Cabrón, no te lo puedo decir más claro.
- Sí que puedes y lo harás, ya lo creo que lo harás.

Sus ojos estaban encolerizados, la rabia la comía por dentro y por un momento temí que me soltara un guantazo y volviera a salir corriendo, en cambio, se tragó su orgullo, dió un salto para quitarse de mi regazo y cruzando los brazos y dándome la espalda gritó como una posesa.
-Me merezco una buena azotaina, que me haga recordar lo mal que me comporté y me sirva para pensármelo dos veces antes de volver a repetirlo.

Por un momento estuve tentado a exigirla que lo repitiera, pero conociéndola sabía que estaba rozando su límite así que decline la opción. Seguía de pie dándome la espalda y con los brazos cruzados.
-Está bien, pero te advierto que será a mi manera, después de un adecuado calentamiento con mis manos, voy a utilizar todos y cada uno de los instrumentos que tu misma escogiste y ahora ven aquí, te quiero sobre mis rodillas.

Con lentitud giró su cuello para que nuestras miradas se encontraran, con mi dedo indice la indicaba cual quería que fuera su sitio, apunto de romper a llorar, dió un giro brusco y con desdén quedó tumbada donde la indicaba. Me tomé todo el tiempo del mundo para ajustarla en la posición, acariciando su culo y estirando su vestido para que quedara cubierto completamente.
- Espero que no tengas sueño y aprovecharas la sienta porque esto hoy va para largo, zasssss

Un primer azote de resbalón que fue seguido de otro y otro y otro. No tenía prisa alguna, estaba dispuesto a disfrutar todos y cada uno de esos azotes, con pausas entro uno y el siguiente in crescendo paulatinamente en la intensidad.
De vez en cuando cambiaba la forma y en lugar de ser resbalón dejaba caer todo el peso de mi mano arrancándola los primeros sonidos de quejas. Cada 10-12 azotes acometía un ligero parón que aprovechaba para acariciarla o ir bajando su vestido para contemplar su culo enfundado en aquel trozo de tela.

Tras un número indeterminado de estos azotes decidí que era el momento de comprobar si mi plan de calentamiento estaba surgiendo efecto, por lo que levanté completamente su vestido y reajusté la posición.

La visión de sus glúteos bien marcados y aquellos bóxer era simplemente sublime, los acaricié con la palma y el dorso de mis manos, la tela emanaba un calor inconfundible. Tras dejarla reposar debidamente comencé otro ritual de azotes lentos pero contundentes.

No hay nada que se acerque a la experiencia que supone el impacto de una mano sobre un culo desnudo, al contacto de la piel contra la piel, pero lo más semejante es poder hacerlo sobre un culo bien marcado y envuelto en ese tipo de tela ajustado y pegado a la piel.

El reloj de cuco de la pared hizo aparición para indicar que era la una de la mañana. Decidí que era buen momento para hacer un parón y comprobar realmente si el calentamiento estaba en su justa medida así que la ayude a incorporarse la tomé del brazo y la conduje hasta el rincón, su vestido recogido a la cintura y con suma lentitud y cuidado fui bajando sus bóxer hasta las rodillas y coloqué sus manos sobre su cabeza. La misma situación y posición del inicio pero en esta ocasión su culo tenía ese brillo intenso, rojo pasional, no se apreciaba ninguna marca de moratón.

Me ausenté a la cocina, preparé un café y volví a la silla para contemplar el espectáculo que su figura pegada al rincón me ofrecía. Me tomé el café, me acerqué hacia ella y con nuevas caricias, comprobé que había disminuido ligeramente el calor en sus glúteos pero conservaba ese rojo brillante tan característico tras una azotaina de calentamiento. Al acariciarla, mis dedos rozaron la comisura de sus labios vaginales y así comprobar la humedad que de ellos desprendía. Me entretuve en subir ligeramente los bóxer hasta la comisura de su culo para tomarla seguidamente del brazo y llevarla junto a mí a la silla. Me senté y con ella enfrente la anuncié, - Y ahora vamos a ir repasando lo acontecido durante la semana. Un tirón de su brazo y quedó de bruces sobre mis rodillas de nuevo. El mismo ritual de ajustarle sobre ellas, recoger bien su vestido y dejar completamente expuesto su trasero. Fuimos repasando los hechos salteando mis palabras con azotes, uno en la derecha, otro en la izquierda, otro en el centro, plass plass plass plasss. Ella aguantaba estoicamente todos ellos y se resignaba a su suerte...


2 comentarios:

  1. Y que paso con The Cane me dejaron en suspenso

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    1. Hola Lau, el tema de The Cane... se resuelve en el último capítulo. Ya quedan poquitos, sólo faltan del Tomo II los dos últimos relatos. Del tomo I ya están todos subidos. Hay que esperar sólo un poquito más... jejeee
      En cada uno se descubren cosas nuevas!!!! Cada uno tiene su puntito.
      Un saludo!

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