jueves, 22 de agosto de 2019

Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo I - 1ª parte)


Autor: Santiago

La noche anterior al día que os voy a relatar no dormimos muy bien, nos atrapó el sofá viendo una peli y un sonido estridente de la T.V. a las 4:00 de la mañana nos despertó, nos levantamos y seguimos durmiendo en la cama.

A las 9:00 de la mañana el zumbido de su despertador me pareció un concierto de Heavy metal, la di un par de empujones pues yo no tenía nada urgente que hacer esa mañana y quería seguir durmiendo pero ella no se movía para detenerlo.
- Joder.... Quieres apagar ese aparato infernal?? Si quedaste con alguien levanta y ponte en marcha.
- Déjame en paz, pesado!!

De un manotazo paró aquel invento del diablo pero siguió en la cama. Una hora más tarde la noté moverse sobresaltada.
- Joder, Joder, Joder. Son las 10:00, había quedado con una amiga para hacer unas cosas, Por qué no me has despertado?? apagaste mi despertador??
- Pero que dices?? lo apagaste tú, eso sí, después de que me despertara a mí y he tenido que zarandearte para que lo apagaras.
- Y por qué me dejas seguir durmiendo?
- eh, eh, eh, que ya eres mayorcita para saber de tus obligaciones.
- La culpa es tuya, que me lías por la noche con películas y luego pasa lo que pasa.
- Venga levántate y déjame dormir que yo no he quedado con nadie hasta la hora de comer.
- De eso nada, levanta anda, ponme el desayuno mientras me doy una ducha rápida y me visto que es tardísimo.
- Sí claro, lo que me faltaba, háztelo tú o desayuna en el bar.

Saltó de la cama como alma que lleva al diablo, lanzando improperios por esa boquita e insistiendo en que la preparara el desayuno mientras se metía en la ducha. No tenía ni pizca de ganas, pero me dio un poco de penita y ya que me desveló del todo me levanté y fui a la cocina para calentarle el café, hacer una tostada y un zumo de naranja. 15 minutos más tarde apareció por la cocina, por cierto muy guapa con uno de los últimos vestidos que le había regalado. Le dió un trago rápido al zumo y de repente lo escupió en el fregadero.

-Ahhggggg, está sin colar, que asco, y esta tostada?? está quemada, me iré a desayunar al bar que igual me lo ponen con un poco de cariño.
- Cómooo?... pero que coño te pasa?? encima que te lo hago, lo desprecias así??
- Para hacer las cosas sin ganas, es mejor no hacer nada. Me voy.
- Ni se te ocurra salir sin tomarte el desayuno.

Su mirada inquisidora y ni corta ni perezosa derramó el zumo en el fregadero y tiró la tostada a la basura. Me levanté dejando el mío a medias y abalanzándome sobre ella la tomé del brazo.

- Acabas de colmar mi paciencia y te vas a ir, pero te vas a ir más que calentita.

Tuve que emplear toda la fuerza posible para doblegarla hasta que conseguí tenerla en mi regazo. Seguía pataleando, defendiéndose como podía y revolviéndose como una gata en celo. Mi mano empezó a descargar unos fuertes y continuados azotes. Seguía intentando zafarse de la posición y cada vez me sentía más enfadado por lo que los azotes impactaban con mayor virulencia. Yo intentaba hacerla entrar en razón de su mala actitud pero parecía no escuchar nada de lo que la decía.

Cuando sus fuerzas empezaron a flaquear, bajé el ritmo de los azotes y levanté el vestido, con la intención de continuar con el castigo. Con la única prenda de protección que le quedaba. En ese instante me percaté de una parte de nuestras peticiones de uno hacia el otro.

- Y ahora que me doy cuenta, donde vas con este vestido? Cuando te lo regalé te dije bien clarito que era para usarlo saliendo conmigo.
- Es lo primero que pillé, con las prisas, lo primero que tenía a mano.
- Pues te vas a cambiar en cuanto termine con tu azotaina y esta noche hablaremos de esto también.

Estaba tan enfadado, que de un tirón rasqué sus bragas y ante mis ojos apareció su culito incandescente y súper colorado. En esta ocasión continué los azotes con impactos más lentos pero muy certeros que hacían rebotar mi mano y ella se retorcía a cada uno de ellos.

- Vas a ir a ver a tu amiga pero calentita, y te vas a cambiar ahora mismo de ropa.
- Déjame en paz, voy a llegar tarde por tu culpa.

Mientras continuaba con los azotes la explicaba nuestro pacto en relación al vestido. Pasado un buen rato y cuando aprecié que su culo pasaba del rojo intenso a tener unas cuantas marcas ya amoratadas., decidí parar y acariciarla. La ayudé a ponerse en pié. Se colocó frente a mí, su mirada cabizbaja y los ojos vidriosos apunto de romper a llorar, intentaba acomodar el vestido y terminó con la poca tela de sus bragas estrujándolas entres sus manos. Mientras yo permanecía sentado en la silla mirándola fijamente, mi dedo índice la indicó la dirección que quería que tomara.
- Y ahora camina a la habitación, cámbiate de ropa y marcha de una vez que vas a llegar tarde.

Se dió la vuelta y encaminó hacia la puerta, al llegar a ella se volvió, levantó la mirada y con una mirada desafiante me lanzó la tela de las bragas a la cara mientras con su mano izquierda me hacía una peineta con su dedo corazón.

- Voy a ir así porque me da la gana y porque si me regalas algo es para usarlo cuando yo quiera.

Dio un portazo a la puerta de la cocina, corrió por el pasillo y salió de casa como alma que lleva al diablo. Me quedé atónito, nunca se había comportado de esa manera y mucho menos después de recibir una más que considerable azotaina. Durante unos cuantos minutos me quedé sentado en mi silla sin saber que hacer, pensando en su reacción. Era la primera vez que reaccionaba así. Generalmente después de una azotaina, y más de esa intensidad, su comportamiento es mucho más dócil y sumiso, pero en esta ocasión su despotismo y rebeldía me dejaron inmovilizado.

Un buen rato después, terminé mi desayuno, me di una ducha y salí de casa en busca de mi reunión y comida de trabajo. Sobre las cuatro de la tarde finalizó y me despedí de mi acompañante. Me senté en una terraza y en mi soledad fui repasando mentalmente todo lo ocurrido durante la mañana. No habíamos vuelto a cruzar ni un sólo mensaje. Me empezaron a entrar las ''dudas'' si quizás fui excesivamente severo y estaba enfadada o quizás con esa actitud lo que andaba buscando era una zurra aún mayor. Para intentar aclarar esas dudas decidí ponerme en contacto con ella. Tras unos minutos pensando que decir confeccioné un mensaje:
- Buenas tardes, a que hora tienes intención de volver a casa???

Pasó un buen rato sin respuesta, así que insistí.

- Me vas a contestar?? No empeores las cosas. Bastante negras las tienes ya por lo de esta mañana. Sólo quiero saber a que hora tienes idea de ir por casa. Te recuerdo que hemos quedado a las 22:00 para ir a cenar con los amigos.

Así una veintena de mensajes sin ninguna respuesta por su parte. Cada mensaje que mandaba me enfurecía más por momentos así que decidí enviar el último. En ese momento llegó su primera respuesta.

- Hoy no volveré a casa, estoy cansada de tus estúpidos y caprichosos castigos y si vuelvo hoy seguro que me pones el culo más colorado y no me apetece nada.

Uffff que día, ahora sí que las dudas me embargaban completamente.
Durante casi una hora me quedé contemplando el teléfono sin saber que hacer ni que contestar. Eran casi las 7 de la tarde y tras evaluar la situación una y mil veces decidí aclarar todas las dudas que me consumían. Su comportamiento durante todo el día fue muy extraño e inusual, así que decidí ponerme a su altura y obrar como ella.

Hasta ese día siempre fui yo el que tenía que tomar las riendas cuando la cosas se descontrolaban y de una forma u otra terminaba obligándola a caer sobre mis rodillas y tras la consiguiente azotaina ella recobraba la cordura y las cosas volvían a su sitio. Pero como se comportaba de una forma diferente, pensé que yo debía hacer lo mismo, así que configuré mi siguiente mensaje.

- Muy bien Bichito Mío (es mi forma de llamarla), tu comportamiento a lo largo de todo el día es muy extraño, si te tengo que castigar por todo lo de hoy no te sientas durante dos semanas y ya que mis métodos son estúpidos y caprichosos... No te volveré a castigar nunca más hasta que consideres que tu actitud se merece ese castigo, y tendrás que ser tú misma la que escoja y pidas el castigo que te corresponde. Así que puedes volver a casa cuando quieras que no te castigaré.

Unos minutos más tarde llegó su respuesta.

- No me esperes hoy, dormiré en casa de mi amiga.
- Vale, como quieras...

Aquella noche la recuerdo muy larga y con mucha desazón, no dejaba de intentar encontrar una explicación a un comportamiento tan inusual y a lo único que llegué es que me mantendría firme en mi decisión y que jamás volvería a utilizar nuestros juegos de spanking para hacerla entrar en razón, salvo que ella me lo pidiera expresamente, cosa está que nunca se había producido.

Continuará...



Podéis ver las otras partes pinchando aquí:

2ª parte: Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo I - 2ª parte)
3ª parte: Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo I - 3ª parte)
4ª parte: Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo I - 4ª parte)
5ª parte: Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo II - 1ª parte)
6ª parte: Las dudas en el Spanking (Relato) (Tomo II - 2ª parte)


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