Autor: Santiago (Escrito desde la
mirada de ella)
Llevaba
una intensa semana en compañía de mi chico. Normalmente pasamos 2-3 días juntos
y el regresaba a su ciudad, en aquella ocasión estábamos juntos desde el lunes
y se quedaría hasta el martes de la semana siguiente, tenía una intensa semana
de trabajo. Alguno de los días dormí calentita, pero se notaba que las
preocupaciones y el trabajo no le dejaban mucho hueco para nuestros juegos, aun
así alguna que otra azotaina me gané durante esa semana. Fueron unos días algo
extraños porque mi chico estuvo especialmente sensible y romanticón. Llegaba
todos los días agotado del estrés del trabajo. Desde el mismo día que llegó le
comenté que un grupo de amigos estaban realizando una gira de teatro y que yo
quería ir a verlos, me fue dando largas y no encontrábamos el momento.
El
sábado teníamos una cita pendiente para cenar con unos amigos. La noche se hizo
algo más larga de lo esperado y aunque yo intenté picarle durante toda la
velada, al final terminamos con un polvo de esos de enamorados. Me hizo el amor
como no recordaba, con una dulzura que no entraba en nuestra forma de
entregarnos en el acto carnal.
La
mañana del domingo nos lo pasamos acurrucados bajo las sábanas y sólo el hambre
hizo que nos levantáramos. Durante la comida le expuse mi plan, era el último
día que celebraban la función.
-Cariño,
yo quiero ir al teatro, hoy hacen la última función.
-Pufffff….
A las 7 hay partido, ve tú al teatro y yo te espero viendo el fútbol en el bar.
-Jooooo,
yo quiero ir contigo, fútbol hay todos los fines de semana y mis amigos
terminan hoy la gira.
-Es
que la sinopsis de la obra no me motiva nada de nada y como no me guste y
encima me hagas perderme el partido, te vas a ganar una que no te sientas en
toda la semana.
Su
advertencia hizo revolotear todas las mariposas en mi estómago, y aun
arriesgándome a que cumpliera su amenaza me podían más las ganas de ver la obra
y que él me acompañara. Además, me podía ese plus de ganar una batalla y
convencerle de mi propuesta.
A
las 7:30 comenzaba la obra, así que casi una hora antes ya estábamos por los
aledaños del teatro.
-¿Seguro
que quieres que te acompañe? ¿No será mejor que yo vea el partido y tú la veas sola tranquilamente y así tenemos la fiesta en paz? ¡¡Todos contentos!!
-Yo
no estaría contenta, quiero que la veas conmigo.
-Vale,
pero te lo repito, como no me guste, esta noche duermes algo más que calentita.
Otra
vez, con sólo escuchar su amenaza hizo que se humedeciera mi entrepierna casi
de inmediato. La obra era larga, pasada la primera hora completa y tengo que
reconocer que era un poco tostón, por mi parte por ver a mis amigos actuar me
servía, pero la temática tengo que decir que era algo pesada. Yo seguía la
interpretación y en un momento escuché una especie de ronquido, me giré y mi
chico tenía los ojos cerrados y estaba semi-dormido, le di un codazo para que
despertara.
-Shhhhhhhh,
te duermes????
-Joder
nena, es un tostón del 15
-¡¡No
seas exagerado, está muy interesante!!
-
¿Interesante? Interesante va a ser tu castigo que te vas a ganar por hacerme
perder el partido y tragarme esto. Voy al baño a lavarme la cara y ver en el
móvil como ha quedado el fútbol.
Antes
de levantarse, acercó su boca a mi oído…
-Será
mejor que mejore algo en el final, porque calentita, lo que se dice calentita vas a dormir hoy a cuenta de estos.
De
repente, nada más escucharlo, una fría humedad invadió mi vulva… Se levantó
para ir al aseo. Se tomó su tiempo. De repente se iluminó mi móvil que tenía en
modo silencio, lo miré y era el wasap.
-Nena
ven al baño, esta obra no hay quién la aguante y es hora de que tengas un
adelanto de lo que te espera esta noche.
-No
seas bobo, vuelve aquí para terminar de verla.
-No
me hagas repetirlo, no quiero ir yo a por ti o será peor.
-Has
pasado de bobo a Imbécil, a mí me está gustando y no voy a ningún sitio.
Lo
cierto y verdad es que tenía toda la razón, la obra estaba siendo un poco
rollazo, pero no estaba dispuesta a ceder.
-Si
voy yo te voy a traer arrastras. Ven aquí ya mismo.
-Déjame
en paz, y no me distraigas.
El
teléfono dejó de iluminarse y cesaron sus mensajes. A los 5’ se sentó en su
asiento junto a mí. Me tomó la mano con la suya y se volvió acercar a mi oído.
-Has
cruzado la línea, te voy a quitar esa manía de insultarme, ya te puedes ir
preparando para esta noche, pero ahora vas a tener un adelanto para que te
hagas a la idea.
No
me dejó responderle, se levantó y tiro de mi brazo obligándome a ir tras él casi arrastras. Recorrimos los desiertos pasillos hasta llegar al baño de
mujeres. El avanzaba y me arrastraba y yo sólo pedía que me soltara. Entramos
en el baño y me empujó a un departamento destinado a minusválidos que era algo
más amplio que los otros, tras cerrar la puerta.
-Y
ahora desabrocha ese pantalón, que vas a tener tu adelanto por esa lengua viperina
que tienes.
En
un acto reflejo mis manos tomaron el borde de mi jersey y lo estiré como
cubriéndome para con el giro de cabeza indicarle la señal de que no tenía
ninguna intención de obedecer. Di dos pasos atrás y me refugié en el rincón.
Colocó sus manos sobre mis hombros…
-Nena,
no lo hagas más difícil, ni lo pongas peor, bastante mal lo tienes ya.
Desabróchate el pantalón!! -Levantó la voz- Mi gesto inequívoco seguía diciéndole con mi
giro de cabeza de lado a lado que no le obedecería.
-No
te lo repetiré… Plasss…… Ahhggggggg (Me soltó un bofetón que hizo que me
acordara de toda su familia del tirón)-Que te desabroches el pantalón te he
dicho!!
Nuestras
miradas se cruzaron, mis ojos vidriosos apunto de derramar las primeras
lágrimas y los suyos encolerizados. Y mientras, mi entrepierna estaba empezando
alcanzar una más que considerable humedad fuera de mi control. Y sin dejarme
reaccionar. Plasss… otra bofetada en el otro carrillo, Aggggghhhhh
Diossss,
hacía tiempo que no le veía tan enfurecido. Se apartó dos pasos de mí, cruzó
los brazos y lo volvió a repetir.
-¿Te
lo vas a desabrochar de una vez?
Mi
cuerpo continuaba inmóvil, mis manos seguían atenazando mi jersey y mi cabeza
haciendo el gesto de No. Des-cruzo los brazos de su pecho y las manos tomaron
le hebilla de su cinturón haciéndolo salir de las trabillas.
-Vale,
si no lo quieres por las buenas, será por las malas.
Me
tomó de los hombros y me hizo girar, dos azotes fuertes y seguidos plassss,
plassss con su mano derecha y me obligó a colocar mis manos en la tapa del
baño, la espalda recta y mis piernas muy juntas, marcaba un ángulo perfecto de
90º. Tomó dos pasos de separación, con el rabillo del ojo podía contemplar su
enfado, se tomó unos segundos mientras le veía doblar el cinturón sobre sí
mismo. Su brazo se alzó y descargó un azote tan virulento como doloroso,
zasssssss este impactó en el centro de mi culo, un grito ahogado por mi parte y
mis piernas se doblaron a la vez que mis manos buscaban el alivio. Un ejército
de hormigas parecía recorrer toda la franja fustigada con aquel terrible
cinturón; Hacía bastante tiempo que no sentía los efectos de ese elemento, me
indicó que volviera a recuperar la posición. Mi cabeza comenzó a pensar a gran
velocidad, no recordaba ninguna ocasión cercana en el tiempo donde un castigo
comenzara tan severo. Volví a recomponerme y con una lágrima apunto de resbalar
por mi rostro, cuando el cinturón volvió a impactar con la misma o incluso con más fuerza. Zassssss, esta vez no pude contener el grito AAAIHHHHHH y de nuevo
mis manos intentando dar un alivio.
- ¿Te
vas a bajar el pantalón?
Le
miré fijamente desafiándole, (craso error por mi parte) y me giré para volver a
ocupar la posición con un gesto inequívoco de que no estaba dispuesta a
obedecer en esa petición. De nuevo el brazo tomo altura y descargó un latigazo
con toda su fuerza. Repitió el gesto hasta en 12 ocasiones, inquiriéndome en
cada uno a obedecer su petición. El culo me ardía como no era capaz de recordar,
pero yo seguía terca como una mula.
Al
contemplar la docena pareció apiadarse de mí, yo estaba al límite de mis
fuerzas y apunto de claudicar cuando me tomó de los brazos, me miró a los ojos
y secó las lágrimas que ya brotaban sin control, para abrazarme y susurrarme al
oído.
-Nena,
eres lo más cabezona que jamás he conocido, pero esta noche te desabrocharás el
pantalón tu solita y tendrás tu merecido, ahora piensa en ello y vamos a ver cómo
termina ese tostón de obra.
Salimos
del baño de la mano y nos encaminamos a nuestras butacas sin mediar ni una sola
palabra más. 15' más tarde concluía la función, aunque me parecieron una
eternidad, no encontraba la forma de acomodarme en el asiento. El culo me
ardía, millones de alfileres parecían que se incrustaban en él. Me costaba
aguantar el dolor, pero lo que más me costaba controlar era la humedad que
sentía en mi bragas.
Acabó
la función y fuimos a cenar algo, yo escogí un bar que conocía por la zona
donde se cenaba de picoteo en la barra, lo último que me apetecía era volver a
tener que sentarme. Me excusé un momento para ir al baño, nada más entrar no
pude por menos que bajarme el pantalón y frotar con insistencia mi dolorido
culo. Salía fuego puro de él, caliente como un brasero.
La
cena transcurrió con tranquilidad, aunque mi cabeza no dejaba de dar vueltas y
vueltas a la sentencia de mi chico. Retumbaban en ella la frase: ''Esta noche
te desabrocharás ese pantalón tu solita y tendrás tu merecido''. No estaba
dispuesta a darle el gusto, pero sabía que si se empleaba a fondo como lo hizo
en el baño del teatro no podría resistir mucho.
Terminamos
la cena y nos encaminamos para casa, me temblaban hasta las pestañas cuando
cruzamos el umbral de la puerta. Yo me fui directamente a la cocina a ponerme
un colacao, mientras él se metió en el cuarto y se puso ropa cómoda. Cuando
terminé pasé por el salón con la idea de convencerle para que no siguiera con
su castigo prometido.
La
imagen me dejó muy claro que no estaba dispuesto a perdonarme. Estaba sentado
en la silla que habitualmente usaba cuando me castigaba. Nada más asomar la
cabeza, con un gesto de su dedo me indicaba que me acercara. Esta vez le obedecí y
directamente me senté sobre sus rodillas, abrazándole y besuqueándolo.
-Esto
no te va a servir de nada, no seas zalamera, bastante gorda te la has ganado
ya, baja ese pantalón y asume el castigo.
-Me
duele el culo un montón, ya me castigaste por llevarte al teatro.
-No,
de eso todavía no hemos hablado y espero que te gustara, porque yo me aburrí un
montón y encima me perdí el partido.
Se
levantó de su silla y yo con él, con una dulzura me hizo que se me erizara todo
el bello de mi cuerpo. Me tomó de las manos y me plantó un beso que entrecortó
mi respiración. Me llevó a su rincón favorito, colocó mis manos en mi cabeza y
con las suyas recorrió todo mi cuerpo, las palabras me derritieron:
-Cariño.... voy a ducharme, cuando regrese te quiero sin ese pantalón, tendrás el
castigo que te prometí y que te ganaste a pulso y luego te voy a follar como
hace tanto tiempo que no hago.
Se
alejo y la perlita de mi vulva palpitaba más rápido incluso que mi
corazón. Escuché correr el agua de la ducha y cesar de caer. Sumida en mis
pensamientos me debatía entre obedecer o no, mis manos tomaron vida propia e
incluso en contra de mi voluntad. Desabroché mi pantalón y lo deslicé por mis
piernas.
-Así
me gusta mi vida, ahora tendrás tu castigo.
Aquella
ocasión fue muy especial, se tomó todo el tiempo para cumplir su promesa y me
folló, ya lo creo que me folló, tan duro y con tanta pasión que creí perder el
sentido. Cuando terminó nos abrazamos.
-Mi vida, ¿Sabes por qué te castigué y te follé de esta manera?
-Sí....
porque soy tuya!!!!