Autor: Spankcelot
Este es relato de mi iniciación como spanker, fue de un modo
inesperado, a la vez que deseado desde hace mucho tiempo.
Yo por aquel entonces salía con una chica unos años menor
que yo que se llamaba Noemí. Ella estaba
empezando a estudiar en la universidad, mientras que yo cursaba el
último año de carrera, después de una semana cargada de estudio y con un examen
que había hecho el viernes, el sábado me apetecía relajarme y tomar fuerzas
para la recta final del curso.
Aquel sábado quedamos
Noemí y yo para ir al cine, en unas
salas que estaban bastante céntricas en la ciudad y cercanas a un bonito parque
estilo clásico. La sesión a la que habíamos quedado era la de las 20 horas 30,
pues tampoco quería salir muy tarde del cine, y tener un poco de margen para
tomarnos algo.
Como sabía lo impuntual que normalmente era, el viernes
cuando quedamos por teléfono la previne:
-Por favor Noemí se
puntual, que yo cogeré las entradas y estaré a la puerta del cine esperándote
-Si no te
preocupes.
Ella vivía a las afueras de la ciudad y para ir al centro
solía coger el coche.
-Por favor Noemí, vente con suficiente margen de tiempo,
que ya sabes que alrededor de los cines Roxy se aparca muy mal.
-Si , no seas pesado
que ya lo sé
-Bueno pues quedamos a las 20h 20 minutos, para coger unas
palomitas y bebidas antes.
-A las 20h 20
minutos estaré como un clavo.
-Eso espero, un besito cielo.
-Un beso amor, hasta
mañana.
Yo la insistí, pues la mayoría de las veces que quedábamos
ella llegaba bastante más tarde de la hora acordada, y teniendo en cuenta que
la película estaba teniendo bastante éxito y las colas que se presentaban en
ese cine, no quería quedarme fuera o con las entradas y la película empezada
hace tiempo.
La principal causa de su impuntualidad era, que tardaba
mucho en arreglarse y no estaba acostumbrada a salir de casa sin un aspecto
perfecto, en definitiva gestionaba mal el tiempo. Eso sí, he de reconocer que
siempre venía deslumbrante y guapísima y eso me hacía muchas veces minimizar su
tardanza.
Ese sábado me acerque con bastante antelación al cine, eran
las 20 horas 10 y ya había una larga cola para las entradas, me situé al final
de la misma, y justo cuando iban a ser las 20 horas y 20 minutos, me tocaba el
turno en taquilla, pero como Noemí todavía no llegaba, deje pasar a un par de
parejas a ver si mientras tanto aparecía.
Eran las 20h y 25 minutos y no llegaba. Me empecé a
poner nervioso a la vez que cabreado, pues me temía que iba a llegar bastante
tarde otra vez. Me asaltaba la duda de si coger o no las entradas, pues no
quería entrar con la película muy empezada, y por otro lado todavía estaban
bastantes personas detrás de mí en la cola, con lo cual era previsible de que
la sala se llenaría. Decidí apurar hasta el último minuto, mientras miraba
repetidas veces hacia atrás a ver si la veía aparecer, 20 h y 31 minutos, estoy
ya decidido a cogerlas para no quedarnos fuera, pero la taquillera me dice que
para esa sesión se han agotado.
Me quede todavía a la
entrada como un pasmarote y con un cabreo del 15, pues nuevamente estaba
llegando tarde. Finalmente a las 20h y 43 minutos la veo aparecer corriendo por
el otro extremo de la calle, yo pensaba para mí “para que corre se pensará que
vamos a entrar”.
Venía con un pantalón vaquero Lewis blanco que me encantaba,
pues resaltaba su culo perfecto, y una camiseta blanca con transparencias, y
con su pelo suelto negro precioso.
-Hola perdona, la
tardanza pero el aparcamiento está imposible.
-Si eso ya lo sabíamos
Dije secamente.
-Venga vamos que,
lleva 10 minutos empezada
-No vamos a entrar Noemí.
-Pero, ¿no sacaste
las entradas?
-No, no las saqué, aunque pude haberlas sacado, si hubieras
llegado en hora.
-Pero estás
gilipollas tío. Como no las has sacado… Es que ha llegado tarde? y yo
corriendo como una loca…
Yo estaba que me subía por las paredes… La eché una mirada
furibunda y la espeté…
-No tontaina, yo sí
llegué pronto, hice la cola y esperé hasta el último momento a ver si la
señorita prisitas aparecía, ¿qué esperabas entrar con la película empezada hace
un cuarto de hora no? Anda vamos al
parque a ver si nos da un poco el aire.
La cogí del brazo y entramos en el parque, necesitaba
respirar, y caminar para procesar toda la mala leche que se me había formado.
En el trayecto de entrada al parque no articulamos palabra.
Tras llegar a un rincón del parque Noemí rompió el silencio:
-Bueno tío, tampoco
es para tanto, podemos ir a las sesión de las 22h 30.
-Llegaste tarde, muy tarde, otra vez. Dije amargamente.
-Jolín tío diez
minutos, y es que aquí se aparca fatal, tu elegiste éste sitio.
Lo que realmente me
cabreaba era la incapacidad de reconocer su impuntualidad y hacerme responsable
a mí, a la vez que querer hacerme ''comulgar con ruedas de molino''. Aunque en el fondo sabía que quería que la
perdonara y estuviera de buen humor con ella, sus formas eran las de una niña
mal criada.
Los dos estábamos de pie caminando lentamente, y al oír
aquella ridícula excusa, no aguanté más y exploté. Me gire hacia ella y
mirándola fijamente la dije:
- Te recuerdo que habíamos quedado a las 20h y 20. Llegaste
23 minutos tarde.
Rápidamente eché una mirada furtiva a mí alrededor, como un
depredador a ver si había alguien cerca, solo a lo lejos se oían las risas de
unos jóvenes.
Y sin mediar mas palabras la agarré del antebrazo izquierdo,
caminé un par de metros hasta un banco de madera del parque, y a la vez que me
sentaba la puse encima de mis rodillas, fue algo automático, casi instintivo,
la sujeté por la parte alta de la cintura con la mano izquierda, y con la mano
derecha la propiné dos fuertes azotes en el culo, que al pillarla totalmente
desprevenida rebotaron deliciosamente en sus adorables nalgas.
-Aaaaaay pero que
haces tío. Mientras se giraba y me miraba atónita.
Yo nunca la había azotado, ni a ella ni a nadie, solamente
algún azote suelto en plan juguetón o
picantón. Pero muchas veces había
fantaseado con dicha posibilidad aunque no me atrevía a proponérselo a Noemí,
pero las veces que la había dado un azote de esos juguetones había notado como
se relajaba su cuerpo después, y como
adoptaba posturas más provocativas, e incluso le cambiaba el carácter si estaba
estresada o ansiosa.
Pero, esto era algo diferente y aunque tenía la duda de si
iba a encajar bien la zurra que me disponía a darla, al verla tumbada sobre mis
rodillas con la cara mitad de asombro y mitad de disgusto, estaba tan arrebatadoramente
bella en su vulnerabilidad, que en aquel
momento tomé la decisión de ir hasta el final, y la contesté con determinación:
-Lo que debería haber hecho ya hace mucho tiempo, voy a
ponerte el culo como un tomate por llegar siempre tarde.
Y la descargué media docena de fuertes azotes, espaciados
pues ahora al comprender que me disponía
a darle una buena azotaina, y que el castigo iba en serio, se empezó a resistir
con fuerza e intentar zafarse de mí.
-Nooo, sueltame
bruto, no tienes ningún derecho, quien te has creído que eres.
Fue una lucha sin cuartel durante casi cinco minutos, pero
cuanto más se resistía ella más me excitaba yo, ella intentaba incorporarse,
pero mi mano izquierda en su cintura a la vez que el ángulo en el que colgaba
su cuerpo me permitía impedírselo,
también intentaba girarse, voltearse, con lo que tenía que ceñir fuertemente mi
brazo izquierdo a su cintura para que no lo lograra. Con su mano derecha
trataba de cubrir alguna parte de sus nalgas, o parar alguno de los azotazos,
al principio lo conseguía, se retorcía y los movimientos de su
mano me impedía impactar los azotes, pero eso si cuando lo conseguía venían
con bastante fuerza y de bien arriba.
Progresivamente sus resistencias fueron menguando,
tanto las físicas como las psicológicas. Al principio gritaba:
-Sueltaméeee
caaaabrón, me haces daño.
-Y mas que te voy hacer, cuando acabe, no te vas a poder
sentar a gusto en un buen rato.
-Aquí no por favor
nos va a ver la gente.
-Lo hubieras pensado antes de comportarte como una niña
malcriada.
Yo intuía que sus primeras resistencias iban enfocadas más
en la vergüenza y la humillación de ser
azotada en un lugar público, que en el dolor en sí, que todavía no debía ser
muy fuerte, ya que Noemí tenía unos musculosos glúteos, pues jugaba al voleibol
desde el colegio, y a buen seguro que la amortiguaban mis recios manotazos. A
mí también me daba algo de reparo azotarla allí, pero ahora la mecha estaba
prendida y no era capaz de dejar de azotarla.
Por suerte aunque había gente en el parque no estaban lo
suficientemente cerca para que nos pudieran escuchar, aunque llegados a éste
punto creo que a mí me daba igual…
Pero a Noemí si le parecía importar bastante, y miraba en
repetidas ocasiones alrededor a ver si alguien nos observaba, y aunque se
resistía con todas sus fuerzas evitaba chillar fuerte o hacer mucho ruido para
no provocar un escándalo que llamara más todavía la atención.
Poco a poco sus resistencias fueron cediendo, mitad
por fatiga mitad por aceptación del castigo. Ahora la tenía muy bien sujeta por
la cintura, su tronco colgaba de mis rodillas por un lado y por el otro sus
piernas. Su cara casi rozaba el suelo, su brazo derecho lo tenía aprisionado
junto a su tronco, de forma que no podía
usar su mano para cubrir su trasero, y poco podía hacer para evitar la zurra,
más que contraer las nalgas y patalear.
En ese momento la azotaina empezó a configurarse como algo
metódico y serio. La azotaba levantando bien la mano y dejándola caer con
fuerza en cada nalga, unas veces un poco más arriba y otras más abajo, otras
entre ambas nalgas en su parte más baja, no quería dejar ni un milímetro de su
adorable culo sin castigo, y como era de
esperar el auténtico dolor hizo acto de
presencia.
Ahora su discurso cambio radicalmente y empezó a suplicarme
que parara.
-Por favor Luis no
llegaré tarde mas, por favor auuchhh
A mí también me dolía la mano, pero sabía que era uno de los
momentos decisivos de la zurra, y aceleré el ritmo de los azotes, al poco rato
empezó a patalear con fuerza en un
intento fallido de proteger sus nalgas con los pies.
Ahora el dolor se
impuso a la vergüenza y empezó a chillar y quejarse más sonoramente
-Por favooor
auuuuuh
Yo estaba como hipnotizado con su berrinche, observando las
pataletas y contorsiones de ella siendo zurrada y cabreada desconocida para mí.
Yo estaba como poseído de una fuerza que no sabía de dónde la sacaba para
sujetarla y seguir propinándole fuertes azotazos para lograr su justo castigo.
Y en ese momento se
rindió…., rompió a llorar. Gimoteaba y lloraba como una niña articulando
sonidos incomprensibles. Yo ralentice el ritmo de los azotes y moderé la fuerza
de los mismos, pero no paré la azotaina, no quería acabar bruscamente, sino que
la daba azotes espaciados y con plena conciencia. En aquel momento creí que la
zurra había sido lo suficientemente severa y estaba deseando levantarla para abrazarla y besarla.
Paré sólo por un
instante para acariciarle las nalgas y distribuir un poco la sangre hacia los
muslos, y disfrutar de la adorable textura de sus posaderas. Realmente le
ardían las nalgas.
Y entonces me inundó el irrefrenable deseo de ver el efecto
que mis manos habían tenido, sobre aquellas adoradas nalgas. Y deslice mis
manos a los botones de sus vaqueros para bajárselos y contemplar la rojez de su
culo. Pero ella al sentirlo se volvió a resistir con fuerza, ya que pensaba que
se los bajaba para continuar azotándola y hacerla más daño:
-No por favor en las
nalgas desnudas nooo
Y aquella súplica
sonaba con un doble mensaje, su parte racional y consciente quería
acabar aquel pequeño suplicio ya, pero su parte más salvaje e inconsciente
anhelaba que la zurra alcanzara la mayor intensidad tolerable posible.
Y yo que aunque
encantado de haber llegado hasta allí,
estaba sorprendido y un poco asustado de mi propia contundencia y asertividad,
me pareció la mayor de las crueldades dejar la azotaina de Noemí allí….
En aquel instante comprendí que todavía la zurra no había
terminado. Realmente quedaba la guinda del pastel, y la guinda era” acabar de
ponerle el culo rojo como una guinda” y disfrutar de la vista de ese color.
Estuve luchando un par de minutos para bajarle aquellos
pantalones Lewis blancos, la vergüenza de verse ahora más expuesta y el miedo a
un castigo más severo y a perder la
protección del pantalón redoblaron sus fuerzas. Aunque los botones y el
cinturón los pude desabrochar pronto, la tarea de bajar unos vaqueros ajustados
en una chica joven pero ya mayor de edad que se resiste y además es deportista no fue tarea fácil, y
aunque mi intención primera solo era disfrutar de las vistas de sus coloradas
nalgas, su fuerte resistencia me estimuló a azotarla de nuevo. Sentía que ahora
la resistencia no solo era por la vergüenza de exponer su culo al aire, sino
también por el miedo a otra fuerte tanta de azotes ahora sin la protección de
la tela vaquera.
Cuando finalmente conseguí bajarle los pantalones, me quede
otra vez totalmente hipnotizado, unas minúsculas braguitas azul celeste
claro con ribete blanco, cubrían parcialmente sus coloradotas nalgas, el rojo
de la piel contrastaba vivamente con la ropa interior clara, en especial con la
puntilla blanca del ribete de las bragas. No eran sus bragas más bonitas pero
desde entonces fueron de sus bragas, mis favoritas.
Estuve allí en contemplación de su culo, no sé el tiempo,
debió de ser poco pero a mí se me hizo un mundo, hasta que ella se movió giro
su carita llena de lágrimas y vergüenza, y me suplico con aquellos ojos grandes y marrones que tenía:
-Por favor Luis no
me azotes más, me duele mucho el culo, no volveré a llegar tarde nunca más, te
lo prometo.
Y en ese instante si me dio pena y estuve tentado a
finalizar la tunda en este punto, su cara sí me decía eso, sus ojos reflejaban
mucho miedo, casi diría pánico, pero por
contra su respingón culo me decía que quería la guinda.
Casi sin querer hice un recorrido retrospectivo por la zurra
que la estaba dando, y las distintas fases emocionales por las que había
pasado.
Primero fue la sorpresa al recibir los inesperados primeros
azotes, en segundo lugar la negación de la zurra,” esto no puede estarme
pasando a mí”, la rebeldía y el consiguiente cabreo sobre todo por la
humillación y vergüenza que suponía recibir una azotaina real con su edad y en
un lugar público, después vino una
tercera fase de rendición y aceptación de la azotaina y del dolor físico
que la acompañaba, con los primeros destellos de arrepentimiento y culpabilidad,
y ahora al ver sus aterrorizados ojos y el temblor que empezaba en su cuerpo
entramos en la fase final de miedo profundo al castigo, vergüenza más intensa
al verse más expuesta y arrepentimiento auténtico.
Algo me decía que Noemí estaba entrando en un mínimo estado
alterado de conciencia y algo regresivo de vuelta a la infancia. Debido
seguramente a las intensas emociones encontradas y en las endorfinas, pues sin querer
minimizar el dolor que estaba sintiendo, que desde la posición del spanker es
una actitud muy cómoda. Aquella expresión de suplica y pánico en sus ojos me
parecía desproporcionada, para una chica de 20 años deportista con unos
glúteos bien torneados, que estaba siendo azotada con la mano, no con ningún
implemento, pero eso sí que era su
primera azotaina y en la cual yo me estaba empleando a fondo.
Me di cuenta que su alma estaba queriendo encarar un miedo
profundo, diría que atávico que yo no sabía de dónde venía ni tampoco creo que
importara en este momento y que yo lo único que podía hacer para ayudarla a
atravesarlo, era darle espacio al miedo sin exagerarlo ni negarlo,
manteniéndome firme en mi decisión de culminar la zurra.
Por eso la respondí:
-Noemí, cielo no puedo soportar por más tiempo tu
impuntualidad, por eso tengo que continuar con la azotaina para tener la
certeza de que éste comportamiento no se va a repetir en el futuro. Y mi voz
reflejaba seguridad a la vez que cariño.
-Nooo por favor nooo,
te lo prometo que noooo.
-Hoy vas adormir con el culito bien caliente te lo puedo
asegurar.
-Noooo por favor, no
sigas, no voy a poder soportarlo…
Mientras se giraba y me miraba suplicante, intentando la
manipulación a través de la compasión, que era ya su única defensa posible,
pues su resistencia física se había agotado.
Aunque nuevamente tentado a parar, me mantuve inquebrantable
en mi decisión:
-Lo siento señorita, por desgracia para tu culo, no vas a
tener más remedio que soportar tu ya bien sabes que merecido castigo.
-Nooo, Luis lo siento
de veras…
-Te acuerdas la lo que te dije cuando recibiste los
primeros azotes….?
-Noooo, quee
-Que te iba a poner el culo como un tomate, y aunque lo
tienes bastante rojo no voy a parar hasta que tus dos nalgas parezcan dos
tomates bien maduros.
-Nooo, no más por
favor.
Decía la pobre Noemí mientras gimoteaba desconsolada en
espera de la zurra.
La deje unos dos minutos en ese estado de miedo expectante,
que a veces es peor que la propia zurra real para que reflexionara a la espera de la continuación de la tunda. Que
luego me confesó que se le hicieron eternos, para dar espacio a que el miedo
profundo aflorara de su escondrijo, pasados los cuales, con total determinación
reanudé vigorosamente la azotaina.
Comencé descargando
un fuerte manotazo en la nalga derecha luego en la izquierda luego entre medias
de ambas, sus carnosas nalgas no constreñidas ahora por el vaquero rebotaban
deliciosamente después de cada azote. Así seguí un poco de tiempo azotándola,
sobre las bragas unas veces y sobre los mofletes del culo que sobresalían
adorablemente de las mismas en atrás ocasiones, y que empezaban a estar muy
colorados.
-Auuuuuuu, ya por
favoooor, paraaaa
Aunque las braguitas eran finas y aportaban poca protección
a sus ya doloridas nalgas, se las arremangue un poco como si fueran una tanga,
y la volví a azotar no tan fuerte como antes pero con bastante contundencia.
Notaba que ahora para hacer el mismo daño requería de menos fuerza que antes.
Por un rato me deleite en dar un buen ritmo a aquellas cachetadas, ni muy lento
ni muy rápido, y aquel ritmo de crucero digamos, empezó a hacer estragos en su
ya magullado trasero.
Por otro lado la contemplación casi total de la
superficie de la piel de su trasero me revelaba las zonas más rojas y
castigadas y me permitía concentrar los azotes en las zonas menos marcadas, y
así continué azotandola con precisión y contundencia hasta
que los dos globos que eran sus nalgas perfectas estaban uniformemente
colorados. Los azotes eran ahora mucho
más ruidosos, y se asemejaban a sonoros aplausos, finalmente si aceleré
el ritmo y aumente la fuerza al máximo, para la traca final:
-Plash plashhh
auuuuchhh
Nuevamente Noemí
rompió a llorar, y además de la fuerte llantina empezó a patalear con fuerza y
velocidad, parecía que estaba nadando unas veces a crol otras a braza, su culo
parecía que tenia vida propia independiente, se contraía y relajaba. Intentaba aguantar los azotazos lo mejor que podía, oponiendo la que parecía
ser su última y desesperada resistencia.
Durante un rato puse mi pierna derecha encima de las suyas
para evitar las pataletas, y tener su trasero más controlado y me concentre en
azotarle el centro de ambas nalgas, que contraía con fuerza en unas ocasiones,
para proteger la delicada piel y carne cercanas al ano y a la vulva. Dejando
el culo suelto en otras lo que me permitía aplastar el centro de su trasero y
alcanzar con la punta de mis dedos el comienzo de su sexo, hasta que sus ya fatigados glúteos se
rindieron en ese momento….y de repente…. todo su cuerpo empezó a temblar como
un pajarito, y su culo después de una fuerte contracción se relajó y se abrió ,
y unos deliciosos estertores contorsionaron su cuerpo.
Solté sus piernas de la mía, disfrutando del espectáculo de
ver como la pulsación desde la pelvis recorría todo su cuerpo y se mezclaba con
la vibración de los sollozos. Acaricie su dulce entrepierna que…. estaba
deliciosamente húmeda. Permanecí otro rato eterno anonadado sintiendo como la
vibración de todo su cuerpo se iba aquietando, el tiempo parecía haberse detenido.
La incorpore, la subí
los vaqueros, y la senté a horcajadas sobre mis muslos, mi pene sobresalía bajo
mis pantalones. La miré a la cara, estaba aunque llena de lágrimas, y con todo
el rímel corrido y el pelo despeinado, radiante, con las mejillas sonrosadas, y
tan… tan bella….. La besé tiernamente mientras acariciaba sus zurradas nalgas,
y después la pregunté mirándola fijamente a sus claros ojos marrones.
-Verdad que no vas a llegar nunca más tarde?
-No nunca, lo juro.
Nos fuimos con prisa hacia el coche, aunque a Noemí le costó
seguirme pues se ve que le escocían bastante las nalgas al caminar después de
aquella monumental zurra, para ir a casa y
acabar en la cama lo que había comenzado por una tarde de cine… y
aquella insoportable impuntualidad.
Jo qué relato mas completo y tan intenso.
ResponderEliminarÉse sí que es un buen comienzo como spanker.
Me gusta mucho sobre todo la situación en el parque, un poco a oscuras pero no apartado del todo, de un parque al que solía ir de joven, en Málaga, y donde comencé algunos de mis juegos favoritos con mi pareja de aquellos entonces.
También me ha gustado la descripción de las diferentes fases por las que pasa la spankee, aunque no siempre son así obviamente, pero si la manera como las explica.
Muy buena también la descripción en como el spanker disfruta de la contemplación de ese culo, que cada vez se va volviendo mas rojo.
Me alegra que te guste Raphael. Gracias por la visita y por el comentario.😉
EliminarExcelente relato. Como en el parque de esta demasiado expuesto a extraños , yo una vez comprobado el estado de culo colorado hubiera optado por parar esa azotaina momentáneamente y la dejaría vestirse para inmediatamente y a trompicones encaminarnos al coche para ir a casa. El sermón sería de los gordos y la amenaza de cómo continuara la azotaina al llegar a casa , creo que ese factor es muy interesante ., las expresiones que se tienen cuando amenazan de algo que va a suceder si o si.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo que el factor 'sermón' y evidenciar la continuación de la azotaina al llegar a casa resulta muy 'vergonzoso' a la par que 'excitante'... sería otro modo diferente de juego e igual de interesante que lo expuesto en el relato.
EliminarGracia por tu aporte!