miércoles, 2 de junio de 2021

Purgar tus pecados... (Relato)

 



Autor: Mariposas de Chocolate


Cuando conoces a alguien, lo primero es conocer cuáles son sus necesidades más allá del juego en sí, si algo he aprendido con el tiempo es que el juego esconde necesidades más allá del propio componente erótico, eso a veces lleva su tiempo. Una cosa es dar azotes y la otras dar azotes a la vez que consigues saciar otras cosas. Por suerte con ella tuve una comunicación, fluida, rápida y clara. Enseguida tuve muy claras sus necesidades "extra" y sabía cómo conseguir que también se colmaran.

Llegó el día de la primera cita, la hora de la verdad. Habíamos quedado en una cafetería con tiempo, para charlar tranquilamente, la primera impresión es también básica, el primer cara a cara, a veces pasa que todo lo hablado se viene al traste, no hay química y no vale la pena forzar algo que no va a salir, pero es un paso necesario.

Estaba sentado en la terraza cuando la vi llegar, tenía unas normas, debía llevar vestido y traer consigo una serie de cosas que habíamos hablado. Llegó parecía algo nerviosa, nos saludamos y empezamos a charlar, había cierta tensión, pero se fue relajando, el ambiente distendido y estaba claro tras hora y media de conversación más o menos que podíamos pasar de fase, entonces me levanté pagué y nos dirigimos a un lugar íntimo, ya a solas. Por un momento mientras caminábamos el clima se volvió a tensionar, pero ahora ya era una tensión distinta, la tensión de afrontar una experiencia.

Llegamos al lugar, un pequeño apartamento alquilado por arbnb, simple. Un salón/cocina, un baño y una habitación. Una vez dentro, tomé una decisión rápida, para que alargar más la agonía y le dije:

  • Magda, ve a la habitación y prepara todo para el ritual de limpieza.

·         Aquel ritual, me lo había sugerido ella, enseguida entendí que para ella era importante, que mentalmente la hacía ponerse en situación, bajar de rango y disminuir la resistencia a mi autoridad. Esperé aproximadamente unos diez minutos y me fui para la habitación.

Al entrar allí estaba ella tumbada boca abajo en la cama, con una toalla enrollada bajo el vientre, que levantaba su culo, en la mesita había una caja con diversas cosas. Unas toallitas húmedas, un par de microfibra y un bote de aceite de coco. Me siento en la cama, le quito los zapatos, le levanto el vestido por encima da la cintura, busco la cinturilla de las medias y lentamente se las quito del todo, finalmente también le quito las braguitas de encaje negro, al terminar le digo.

  •  Separa las piernas señorita.

Escucho una tímida queja y le doy un cachete en el muslo.

  •  Obedece

Lo hace, separa sus piernas, entonces voy hasta la caja me enfundo un guante de látex. Reviso bien su sexo perfectamente rasurado, los labios, los pliegues, todo, introduzco un dedo en su vagina para comprobar por dentro, es solo un momento y a continuación cojo una toallita húmeda, la paso bien por todo su sexo y cuando estoy lo seco cuidadosamente con una de las de fibra. Entonces me cambio el guante, le ordeno arquee más la espalda, lo hace, con mi mano izquierda sin guante le separo las nalgas, compruebo con un dedo toda la zona del ano y el perineo y como hice en la vagina también por dentro, metiendo despacio mi dedo en él, al terminar cojo otra toallita y limpio bien la zona, incluida la parte interna de las nalgas, el ano, incluso un poco por dentro. Al terminar me quito el guante, lo dejo todo en una bolsa de deshecho y le digo.

  • Muy bien señorita Magdalena, ahora te desmaquillas, recoges el pelo, te cambias de ropa interior, te pones el pijama y vienes al salón que debemos hablar.

Me levanto y me voy. Me lo tomo con calma sé que su cabeza debe asumir lo que está pasando y lo que va a suceder.

Un rato más tarde aparece en el salón, lleva puesto el pijama, es un pijama simple de invierno de dos piezas, pantalones a cuadros escoceses y jersey rojo, se ha desmaquillado y lleva el pelo recogido.

  • Acércate.

Se acerca a mí que estoy sentado en el sofá la detengo justo delante de mi de pie, lleva consigo el cuaderno que le hice comprar. La miro, baja la mirada y le digo. De aquí en adelante te pediré que me leas el cuaderno con tus faltas, pero hoy quiero hablar de otras cosas, quiero que me hables de ese sentimiento de culpa del pasado.

Magda bajó la mirada y con voz tímida empezó a explicarme, que siempre había echado de menos tener una disciplina firme, que había sido consentida en exceso y que sobre todo sentía mucha culpa por el descontrol en su vida y por las veces que había conducido bajo los efectos del alcohol. Estuvo un largo rato hablando de este tema, ella era consciente que había puesto en peligro su vida y la de terceras personas, sentía que había en ella un gran sentimiento de culpa por eso y tras una larga conversación le dije.

  •  Pon las manos sobre la cabeza.

Lo hizo, la miré y le dije:

  • Creo que tenemos mucho trabajo por delante, hay muchas cosas en las que debes mejorar y sobre todo empezar a comportarte como una adulta, pero para empezar ese proceso, debemos eliminar ese sentimiento de culpa del pasado y poder empezar de cero, será difícil, perderás muchos privilegios de adulta hasta que no me demuestres que puedes ser responsable, pero lo más urgente es ahora mismo eliminar esa culpa y eso sólo es posible a través de un severo castigo que no recibiste cuando lo merecías.

Magda se puso roja y bajó la mirada.

  • Ahora te vas a colocar sobre mis rodillas, ya!!!!!!!!

Se lo pensó un instante, pero al final cedió, se colocó despacio en mis rodillas. Termino de colocarla en la posición ideal y sin decir nada le doy una ráfaga de azotes rápidos, que la pillan por sorpresa, suspira y se mueve, coloco mi pierna encima de las suyas y empiezo a bajar el pantalón del pijama justo a medio muslos, dice algo.

  • ¿Qué has dicho?
  •   Nada

Bajo el pijama unas bragas blancas de algodón con topos de colores, entonces meto mis dedos por el elástico de las bragas.

  •  No por favor...me da vergüenza
  •  Eso es parte del castigo y ya sabes que los azotes se dan culo al aire

Se las bajo con firmeza, la sujeto bien por la cintura y empiezan a caerle una lluvia de palmadas sobre su culo desnudo, su piel blanca se sonrosa enseguida, pero sigo impasible, ya empieza a enrojecerse y tiene que empezar ya también a escocerle, pero sigo y no para hasta que la piel está completamente enrojecida. Entonces paro un momento, hago una pequeña pausa, miro su piel enrojecida y castigada y le digo.

  •  Tráeme el cepillo que te hice comprar.

Tarda un instante en levantarse, pero lo hace, va hasta la habitación, camina de forma ridícula con el pantalón en los tobillos y las bragas cayendo más a cada paso, cuando vuelve con el cepillo en la mano, tiene la ropa en los tobillos como una niña traviesa a la que hay que castigar, le digo que se situé de nuevo en mis rodillas, paso el cepillo por sus nalgas calientes mientras le digo, lo incómoda que se va a sentar los próximos días y que así aprenderá la lección, el  primer golpe seco cae, le siguen unos cuantos más los primeros repartidos, pero en un momento determinado me centro en la parte baja de sus nalgas, ahí donde apoya al sentarse y sigo un buen rato insistiendo ahí, hasta dejarle dos círculos casi morados a cepillazos, antes de terminar con él, también le doy unos cuantos en la cara interna de las nalgas que hacen que se retuerza. Le digo que se levante, le entrego el cepillo y le ordeno ir a guardarlo, lo hace, la observo caminar otra vez torpemente y con el culo bien marcado ya. Cuando vuelve le digo.

  • Ahora vete al rincón te arrodillas y piensa bien en todos tus pecados cometidos durante estos años, hasta que te avise.

Se va hasta el rincón de la pared se arrodilla y se empieza a meditar sintiendo su culo arder.

La dejo ahí en sus pensamientos durante media hora larga, hasta que la vuelvo a llamar.

·      Magda tienes 33 años, 33 años faltos de límites, orden y disciplina pero hoy empiezas una nueva vida y para empezarla necesitas purgar tus pecados anteriores, así que ahora que vas a colocar sobre la brazo del sofá  piernas estiradas, culo bien levantado y vas a recibir 33 correazos, colócate mientras preparo todo.

Me espero a que se coloque y voy hasta la cocina, la hago esperar en posición, la espera es parte del castigo mientras preparo un plug de jengibre, del tamaño de un dedo gordo, cuando lo tengo voy a por el aceite de coco y con las dos cosas, vuelvo al salón, hecho aceite en sus nalgas bastante cantidad, para dejarle las nalgas bien aceitosas, al terminar sumerjo en el aceite el plug de jengibre, le separo las nalgas y se lo meto en el ano. Se que la primera sensación será de llena y de ganas de ir al baño, mientras me quito el cinturón de cuero negro, lo doblo, entonces noto sus suspiros, el jengibre empieza a hacer efecto en las paredes de su ano, provocándole escozor y le digo.

  •  Vas a recibir 33 azotes que vas a contar y dar las gracias en cada azote está claro?

Escucho un tímido si, levanto el brazo y el primer azote cae, espero a escuchar de su voz el

  •  Uno, gracias por corregirme señor

Lentamente sin prisa van cayendo los severos correazos, hasta sumar los 33 prometidos, durante varios días no va a poder sentarse cómodamente, desde el número 25 escucho como rompe en llanto, pero sigo, los 7 restantes. En cuento termino, me coloco de nuevo el cinturón, dejo que salga todo el llanto, durante unos minutos, hasta que cesa, entonces rápidamente le retiro el jengibre, la ayudo a levantarse, sin soltarle la mano nos vamos a la cocina, me siento, hago que se siente en mi regazo, lo hace muy despacio, le doy un vaso de agua bebe, apoya su cabeza en mi hombro en silencio, pasa un rato y le acompaño de la mano a la habitación, le digo que se tumbe boca abajo y que espere.

Voy al baño mojo una toalla con agua tibia la escurro y de vuelta a la habitación le coloco la toalla húmeda y tibia sobre las nalgas, antes le doy un beso en cada nalga y le digo

  • Ahora descansa un rato, cuando hayas descansado te espero en el salón

 

Fin

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