Llegó
el día de la primera cita, la hora de la verdad. Habíamos quedado en una
cafetería con tiempo, para charlar tranquilamente, la primera impresión es
también básica, el primer cara a cara, a veces pasa que todo lo hablado se
viene al traste, no hay química y no vale la pena forzar algo que no va a
salir, pero es un paso necesario.
Estaba sentado en la terraza cuando
la vi llegar, tenía unas normas, debía llevar vestido y traer consigo una serie
de cosas que habíamos hablado. Llegó parecía algo nerviosa, nos saludamos y
empezamos a charlar, había cierta tensión, pero se fue relajando, el ambiente
distendido y estaba claro tras hora y media de conversación más o menos que
podíamos pasar de fase, entonces me levanté pagué y nos dirigimos a un lugar
íntimo, ya a solas. Por un momento mientras caminábamos el clima se volvió a
tensionar, pero ahora ya era una tensión distinta, la tensión de afrontar una
experiencia.
Llegamos al lugar, un pequeño
apartamento alquilado por arbnb, simple. Un salón/cocina, un baño y una
habitación. Una vez dentro, tomé una decisión rápida, para que alargar más la
agonía y le dije:
- Magda, ve a la habitación y prepara todo para el ritual de limpieza.
· Aquel ritual, me lo había sugerido
ella, enseguida entendí que para ella era importante, que mentalmente la hacía
ponerse en situación, bajar de rango y disminuir la resistencia a mi autoridad.
Esperé aproximadamente unos diez minutos y me fui para la habitación.
Al entrar allí estaba ella tumbada
boca abajo en la cama, con una toalla enrollada bajo el vientre, que levantaba
su culo, en la mesita había una caja con diversas cosas. Unas toallitas
húmedas, un par de microfibra y un bote de aceite de coco. Me siento en la
cama, le quito los zapatos, le levanto el vestido por encima da la cintura,
busco la cinturilla de las medias y lentamente se las quito del todo,
finalmente también le quito las braguitas de encaje negro, al terminar le digo.
- Separa las piernas señorita.
Escucho una tímida queja y le doy un
cachete en el muslo.
Lo hace, separa sus piernas, entonces
voy hasta la caja me enfundo un guante de látex. Reviso bien su sexo
perfectamente rasurado, los labios, los pliegues, todo, introduzco un dedo en
su vagina para comprobar por dentro, es solo un momento y a continuación cojo
una toallita húmeda, la paso bien por todo su sexo y cuando estoy lo seco
cuidadosamente con una de las de fibra. Entonces me cambio el guante, le ordeno
arquee más la espalda, lo hace, con mi mano izquierda sin guante le separo las
nalgas, compruebo con un dedo toda la zona del ano y el perineo y como hice en
la vagina también por dentro, metiendo despacio mi dedo en él, al terminar cojo
otra toallita y limpio bien la zona, incluida la parte interna de las nalgas,
el ano, incluso un poco por dentro. Al terminar me quito el guante, lo dejo
todo en una bolsa de deshecho y le digo.
- Muy bien señorita Magdalena, ahora te
desmaquillas, recoges el pelo, te cambias de ropa interior, te pones el pijama
y vienes al salón que debemos hablar.
Me levanto y me voy. Me lo tomo con
calma sé que su cabeza debe asumir lo que está pasando y lo que va a suceder.
Un rato más tarde aparece en el
salón, lleva puesto el pijama, es un pijama simple de invierno de dos piezas,
pantalones a cuadros escoceses y jersey rojo, se ha desmaquillado y lleva el
pelo recogido.
Se acerca a mí que estoy sentado en
el sofá la detengo justo delante de mi de pie, lleva consigo el cuaderno que le
hice comprar. La miro, baja la mirada y le digo. De aquí en adelante te pediré
que me leas el cuaderno con tus faltas, pero hoy quiero hablar de otras cosas,
quiero que me hables de ese sentimiento de culpa del pasado.
Magda bajó la mirada y con voz tímida
empezó a explicarme, que siempre había echado de menos tener una disciplina
firme, que había sido consentida en exceso y que sobre todo sentía mucha culpa
por el descontrol en su vida y por las veces que había conducido bajo los
efectos del alcohol. Estuvo un largo rato hablando de este tema, ella era
consciente que había puesto en peligro su vida y la de terceras personas,
sentía que había en ella un gran sentimiento de culpa por eso y tras una larga
conversación le dije.
- Pon las manos sobre la cabeza.
Lo hizo, la miré y le dije:
- Creo que tenemos mucho trabajo por
delante, hay muchas cosas en las que debes mejorar y sobre todo empezar a
comportarte como una adulta, pero para empezar ese proceso, debemos eliminar
ese sentimiento de culpa del pasado y poder empezar de cero, será difícil,
perderás muchos privilegios de adulta hasta que no me demuestres que puedes ser
responsable, pero lo más urgente es ahora mismo eliminar esa culpa y eso sólo
es posible a través de un severo castigo que no recibiste cuando lo merecías.
Magda se puso roja y bajó la mirada.
- Ahora te vas a colocar sobre mis
rodillas, ya!!!!!!!!
Se lo pensó un instante, pero al
final cedió, se colocó despacio en mis rodillas. Termino de colocarla en la
posición ideal y sin decir nada le doy una ráfaga de azotes rápidos, que la
pillan por sorpresa, suspira y se mueve, coloco mi pierna encima de las suyas y
empiezo a bajar el pantalón del pijama justo a medio muslos, dice algo.
Bajo el pijama unas bragas blancas de
algodón con topos de colores, entonces meto mis dedos por el elástico de las
bragas.
- No por favor...me da vergüenza
- Eso es parte del castigo y ya sabes
que los azotes se dan culo al aire
Se las bajo con firmeza, la sujeto
bien por la cintura y empiezan a caerle una lluvia de palmadas sobre su culo
desnudo, su piel blanca se sonrosa enseguida, pero sigo impasible, ya empieza a
enrojecerse y tiene que empezar ya también a escocerle, pero sigo y no para
hasta que la piel está completamente enrojecida. Entonces paro un momento, hago
una pequeña pausa, miro su piel enrojecida y castigada y le digo.
- Tráeme el cepillo que te hice
comprar.
Tarda un instante en levantarse, pero
lo hace, va hasta la habitación, camina de forma ridícula con el pantalón en
los tobillos y las bragas cayendo más a cada paso, cuando vuelve con el cepillo
en la mano, tiene la ropa en los tobillos como una niña traviesa a la que hay
que castigar, le digo que se situé de nuevo en mis rodillas, paso el cepillo
por sus nalgas calientes mientras le digo, lo incómoda que se va a sentar los
próximos días y que así aprenderá la lección, el primer golpe seco cae,
le siguen unos cuantos más los primeros repartidos, pero en un momento
determinado me centro en la parte baja de sus nalgas, ahí donde apoya al
sentarse y sigo un buen rato insistiendo ahí, hasta dejarle dos círculos casi
morados a cepillazos, antes de terminar con él, también le doy unos cuantos en
la cara interna de las nalgas que hacen que se retuerza. Le digo que se
levante, le entrego el cepillo y le ordeno ir a guardarlo, lo hace, la observo
caminar otra vez torpemente y con el culo bien marcado ya. Cuando vuelve le
digo.
- Ahora vete al rincón te arrodillas y
piensa bien en todos tus pecados cometidos durante estos años, hasta que te
avise.
Se va hasta el rincón de la pared se
arrodilla y se empieza a meditar sintiendo su culo arder.
La dejo ahí en sus pensamientos
durante media hora larga, hasta que la vuelvo a llamar.
· Magda tienes 33 años, 33 años faltos
de límites, orden y disciplina pero hoy empiezas una nueva vida y para
empezarla necesitas purgar tus pecados anteriores, así que ahora que vas a colocar
sobre la brazo del sofá piernas estiradas, culo bien levantado y vas a
recibir 33 correazos, colócate mientras preparo todo.
Me espero a que se coloque y voy
hasta la cocina, la hago esperar en posición, la espera es parte del castigo
mientras preparo un plug de jengibre, del tamaño de un dedo gordo, cuando lo
tengo voy a por el aceite de coco y con las dos cosas, vuelvo al salón, hecho
aceite en sus nalgas bastante cantidad, para dejarle las nalgas bien aceitosas,
al terminar sumerjo en el aceite el plug de jengibre, le separo las nalgas y se
lo meto en el ano. Se que la primera sensación será de llena y de ganas de ir
al baño, mientras me quito el cinturón de cuero negro, lo doblo, entonces noto
sus suspiros, el jengibre empieza a hacer efecto en las paredes de su ano,
provocándole escozor y le digo.
- Vas a recibir 33 azotes que vas a
contar y dar las gracias en cada azote está claro?
Escucho un tímido si, levanto el
brazo y el primer azote cae, espero a escuchar de su voz el
- Uno, gracias por corregirme señor
Lentamente sin prisa van cayendo los
severos correazos, hasta sumar los 33 prometidos, durante varios días no va a
poder sentarse cómodamente, desde el número 25 escucho como rompe en llanto,
pero sigo, los 7 restantes. En cuento termino, me coloco de nuevo el cinturón,
dejo que salga todo el llanto, durante unos minutos, hasta que cesa, entonces
rápidamente le retiro el jengibre, la ayudo a levantarse, sin soltarle la mano
nos vamos a la cocina, me siento, hago que se siente en mi regazo, lo hace muy
despacio, le doy un vaso de agua bebe, apoya su cabeza en mi hombro en
silencio, pasa un rato y le acompaño de la mano a la habitación, le digo que se
tumbe boca abajo y que espere.
Voy al baño mojo una toalla con agua
tibia la escurro y de vuelta a la habitación le coloco la toalla húmeda y tibia
sobre las nalgas, antes le doy un beso en cada nalga y le digo
- Ahora descansa un rato, cuando hayas
descansado te espero en el salón
Fin