miércoles, 5 de agosto de 2020

¡Si te comprometes, lo cumples! (Relato)



Autora: Marta


Me había propuesto adelgazar cinco kilos, así de entrada no es mucho aunque sí, a mí personalmente me costaba... Demasiado tiempo sin poder salir a la calle por las circunstancias vividas y aunque cuando comenzamos con la desescalada empecé a salir poco a poco, primeramente a andar a paso ligero aunque terminé finalmente corriendo... elegí para ello un pequeño pulmón cercano a casa, que por cierto, ¡Me encanta! el recorrido del parque entero ronda los 5 Km. ver todo verde, plantas, un pequeño lago artificial en medio, con patos, ocas, diversas especies de pájaros y poca gente a la hora a la que yo voy es algo que me fascina...

Le pedí ayuda a Javier que es más disciplinado que yo y que sé que controla más de todo esto de cuidarse a nivel físico. Me dijo que a parte de hacer deporte tendría que cambiar mi alimentación quisiera o no y que era fundamental también beber todos los días 2 litros de agua. 
Del mismo modo me dejó un libro (tipo revista): ''Aprende a adelgazar sin dieta y para siempre'' de la editorial RBA para que cogiera ideas de la información que da. La verdad es que me está resultando interesante... 

También me dijo de manera muy tajante que si le pedía ayuda y se encargaba de este tema no iba a ser precisamente benévolo conmigo, más bien todo lo contrario y que si tenía que tomar ciertas medidas lo haría y que las consecuencias por saltarme alguna pauta lo pagaría literalmente ''mi culo''. Me lo dijo muy serio mientras me miraba fijamente a los ojos y no pude evitar que mis mejillas se colorearan al instante mientras, le sostuve como pude la mirada...

Accedí a seguir sus pautas y haciéndome eco del aviso me predispuse a ello, beber dos litros de agua lo hacía sin problema. Bajar al parque a correr cada día durante 45 minutos también bien y luego seguía en casa la rutina con pesas, sentadillas, abdominales... más o menos también bien. Lo que más me costó y yo lo sabía desde el principio aunque no dije nada era la alimentación...

Esa primera semana me tocó hacer la compra e iba más predispuesta a coger alimentos ricos en proteínas, omega 3, vegetales, antioxidantes... la teoría más o menos me la sé... cuando pasé por el pasillo de las ''chuches''...  no pude evitar incluir en el carro una bolsa de patatas fritas y unos risketos... Total, pensé esto lo bajo corriendo y bebiendo agua... y también pensé que me durarían un montón... Las patatas me las comí en tres días y los risketos en dos! 

Esa semana no pudimos vernos pero sí que hablábamos cada día, y en una de esas conversaciones que mantuvimos por la noche:

  • Hola peque, ¿Qué tal? ¿Cómo estás llevando el reto?
  • Bien! No me está resultando tan duro como pensaba...
  • Eso está muy bien, así podrás sentarte sin problema cuando nos veamos la semana que viene.
No pude evitar sentir un revoloteo en la tripilla cuando se lo escuché decir.
  • Pues claro que podré sentarme!!! -se lo dije en un tono un tanto airado-
  • jajajajaaaa eso espero!
  • Ya te digo yo que Sí!
  • ¿Y por qué te enfadas?
  • No estoy enfadada!
  • Pues tu tono al hablar indica lo contrario. Jajajaa y mejor cambiamos de tema que como se empiece a caldear el ambiente, lo tendré que resolver por la vía infantil, sí o sí.
Me volví a estremecer nuevamente y sentía palpitar mi vulva con la conversación que habíamos mantenido... luego lo recree una y otra vez en mi mente hasta que me quedé dormida...

La siguiente semana transcurrió como la anterior y tengo que decir que le cogí el gusto a salir a correr cada día. Beber agua esta semana parece ser que me costó un poco más aunque más o menos lo iba consiguiendo. Y cuando me tocó ir otra vez a la compra semanal... ainsssss en ésta ocasión di pie a los donuts de chocolate... es que están tan ricos!!!! y pensé, si estoy haciendo todo lo demás bien, porque me coma unos donuts tampoco creo que afecte para perder peso. Y lo más importante es que Javier no se enterara, y por supuesto por mi parte no le pensaba decir ni mu!

Apareció en casa el sábado y para mi sorpresa antes de la hora, me alegré muchísimo al verle, fui corriendo a abrazarle y a comerle a besos. Después de que se pusiera cómodo estuvimos poniéndonos al día mientras tomábamos un coffee en la terraza (uno de los rincones favoritos de mi casa).
  • Bueno... y que tal? ¿Cómo has llevado estas dos semanas con los nuevos hábitos?
  • Biennnnnn!!!! He cogido el gustillo a eso de correr jajajaaa ¿Te lo puedes creer? y a lo de beber agua también! ésta semana me ha costado un poco más pero lo he conseguido. Y con la alimentación también bien!
  • ¿Te has pesado para comprobar los resultados?
  • No tengo peso en mi casa, ya lo sabes! Pero el lunes bajo a la farmacia y te digo.
  • No hace falta, he traído la báscula de mi casa, como sé que no tienes aquí, ¿Te acuerdas que te pesaste en mi casa justo antes de iniciar el reto? 
  • mmm sí... - dicho entre dientes-
  • Pues vamos a comprobarlo!
Mi cara cambio de color... no sé si me puse azul o verde! o más bien roja de ira!!!
No podía creer que hubiera metido su peso en la bolsa que traía.

Lo sacó y lo puso en medio del salón, y me miró como invitándome a subir a ese artilugio... 

Diossss no me apetecía nada tener que hacerlo... si hay algo que no me gusta nada de nada en la vida es tener que pesarme... y más en aquellas circunstancias... cerré los ojos y crucé los dedos mientras subía...

Al abrirlos, pude ver lo que pesaba y miré a Javi que miraba la báscula con el ceño fruncido y con cierta incredulidad. Yo también, que conste! No me lo podía creer...
  • Pesas 300 gr. más que la última vez?
  • Uipssss parece ser que sí, pero... tampoco es tanto!
  • Bueno, según se mire! Si antes de pesarte no hacías deporte ni bebías agua ni llevabas una dieta equilibrada y después de dos semanas con ese cambio que has hecho, ya no es que peses lo mismo es que pesas más... ¿Hay algo que no me hayas contado?
  • ¿A qué te refieres?
  • ¿Has bajado a correr cada día de lunes a viernes durante 45 minutos?
  • ¿Has bebido los dos litros de agua cada día?
  • ¿Tú alimentación ha sido como acordamos?
  • ... Sí ... -tarde unos segundos más en contestar que en las anteriores preguntas que me formuló y eso hizo que arrugara el entrecejo.
  • ¿No me estarás mintiendo verdad?
  • No... Sabes de que puede ser ahora que estoy pensando? 
  • ¿El qué?
  • Que hoy... no he ido al baño, será eso!!!
  • ¿Tengo que ponerte un enema?
  • -Mis ojos se abrieron más de lo que ya estaban y porque no podía abrirlos más, que sino hubiera seguido abriéndolos más, y más...- Nooooo no hace falta, además estoy pensando que esta mañana sí he ido, poco, pero sí, he ido!
  • ¿Me estás tomando el pelo?
  • Nooooo -se lo dije súper seria, vamos, más seria imposible-
Me miró serio también, mientras se dirigía a la cocina, yo fui detrás de él mientras iba pensando rápidamente, no hay restos, me lo comí todo y tiré la basura... es imposible que me pille y esta boquita no piensa hablar...

Reconozco que cierta tensión se podía respirar en el ambiente... 

Abrió las puertas de los armarios donde guardo la comida, abría miraba y cerraba. También lo hizo con el frigorífico y el congelador -se pensaría que había comprado helado?-

Y no sé cómo abrió el cajón, donde guardo varias cosas, y entre ellas... los tikets de compra... de repente me dio un vuelco el corazón, no me lo podía creer... cogió uno del herbolario, otro de la frutería, y... cogió el del supermercado primero comprobó la fecha para ver que fueran de las dos semanas anteriores, -pude observar en su rostro cuando leyó lo que leyó porque la cara le cambió. -como a mí- y cuando cogió el otro, pues lo mismo...

Hizo un gesto con la cabeza y dijo muy serio:
  • Ven aquí!!!
Me acerqué despacio y cuando llegué a su altura me enseñó ambos tikets, y dijo en voz alta:
  • Patatas?... risketos?... donuts?...
No pude articular palabra alguna...
  • ¿No tienes nada que decir?
Sólo me salió gesticular poniendo cara de compungida... y mientras nos mirábamos a los ojos de repente su mano se alzó al aire para terminar estampada en mi cara. Era la primera vez que me daba un toque de esa manera y me pilló por sorpresa, no me lo esperaba, la verdad es que no me dolió, fue más el sonido y la vergüenza que sentí al instante, junto con sensación de culpabilidad... y eso era algo nuevo en mí, hasta ahora nunca me había sentido culpable con mis actos con respecto a él.

Acto seguido me cogió de la muñeca y me llevó al salón, cogió una silla y la colocó en medio. Me puso delante de él y mientras me desabrochaba el botón del pantalón y me los bajaba me dijo: 
  • ¿Te parece bonito lo que has hecho? -su rostro mostraba enfado, estaba muy serio y su voz sonaba muy tajante-
  • -Con ojos casi llorosos y voz aniñada y temblorosa- Joupssss la verdad es que no, lo siento mucho...
  • Y más que lo vas a sentir, y sobre todo tu culo! No sé porqué pero lo sabía, contigo sólo funcionan los azotes.
Y sin más me puso en sus rodillas, quedando mis pies en el aire y mis manos tocando el suelo... me empezaron a caer uno tras otro sin parar y sin miramiento.

Después de un buen rato me bajó las bragas y siguió zurrando mi culo con la misma intensidad y sin pausa.

Me empezó a picar bastante, y no pude evitar patalear e intentar zafarme con la mano, cosa que no sirvió de nada porque enseguida la cogió y encima me regañó más y continuó dándome... plassss plasssss plassssss

Cuando empecé a soltar quejidos y lamentos por mi boca, paró, y sin caricias me tuvo en sus rodillas volviéndome a recordar porqué estaba siendo castigada como  una niña pequeña. Sentía mucha vergüenza por la situación en sí y con todo lo que me estaba diciendo, y también me sentía fatal por haberme saltado esas pautas.

Me ayudó a levantarme y me dijo que fuera a por la pala de madera, -tenemos una pala de bambú, no pesa mucho, es más bien ligera y estrecha, pero pica de lo lindo-

Fui sin protestar aunque ya me dolía el culo un montón y no quería ni pensar cómo iba a acabar aquello...

Se la llevé y me indicó que volviera a sus rodillas y así hice, me volvieron a caer azotes sin contemplación y dados con ganas, aunque en esta ocasión fueron más distanciados unos de otros pero más intensos todavía que con la mano.

No sé los que me cayeron, y aunque me dolía a rabiar los pude soportar más o menos, aunque terminé llorando como una magdalena...

Cuando me dejó el trasero más morado que rojo paró, y me dijo que fuera a mi rincón de pensar y que pusiera mis manos en la cabeza. Fui como pude, con la cabeza gacha y absorbiendo mis mocos... Se acercó con un pañuelo de papel y me lo puso él directamente en mi nariz para que me sonara.

Después me llamó, estaba sentado en el sofá y me dijo que fuera, me acerqué con los ojos todavía vidriosos de la llantina. Me sentó en su regazo y mientras me abrazaba me preguntó cómo me sentía. Le dije que fatal... que me sentía culpable y que el culo me dolía a rabiar...

Me dijo que era normal que me doliera el trasero, y que me seguiría doliendo porque iba a ser un fin de semana intenso de azotes por mi comportamiento, y que por supuesto seguía castigada. Según me lo estaba diciendo sentía como me abrazaba cada vez más fuerte, mientras me comía la boca como tanto me gusta... 

Lo que pasó después, os lo podéis imaginar...


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