miércoles, 1 de abril de 2020

Por desobediente (Relato)



Autora: Cloe 

Habíamos estado varias semanas sin poder vernos por el aislamiento debido a la cuarentena, nos pilló como a todxs por sorpresa y no pudimos improvisar para irnos juntos a una casa o a la otra, así de entrada cada uno lo pasó en la suya. 

Él teletrabaja sin problema, y en mi caso simplemente no iba a trabajar y tampoco lo hacía online, con lo cual si ya era perezosa de por sí, os podéis imaginar como terminé. Me levantaba sobre las 12:00, como no tenía nada que hacer lo aprovechaba para dormir y para estar en la cama. 

Según transcurrían el tiempo notaba en mí cierta irascibilidad...

Hablábamos todos los días, al principio muy bien, pero poco a poco me molestaba casi todo lo que me decía, yo le buscaba para provocar una discusión, todo lo que me decía me caía mal, me lo tomaba a la tremenda, y yo no suelo ser así. A veces puedo resultar un poco pedante y chulita lo reconozco pero esta situación se me iba de las manos y sentía como mis emociones se apoderaban de mí.

Al principio me mandaba deberes para que estuviera entretenida, y para que me organizara a mi manera y que los hiciera yo sola, me duraban un par de días el mantenerme ocupada y si llegaban... Luego ya me cansaba de ellos, los dejaba a medias y a holgazanear viendo series, películas, escuchar música, bailar... lo que me gusta...

Alguna vez me amenazó con venir aunque estuviéramos en estado de alarma, yo me reía y le decía:
  • Sí claro, no tienes otra cosa mejor que hacer que venir a castigarme.
  • Tú ponme a prueba, eso sí, como vaya, prepárate!!!
Por mucho que me advirtiera veía que mucho caso no le estaba haciendo y que además al final terminaba contestándole mal, hasta que se fue cansando de mi comportamiento y un día se puso en plan más serio de lo que yo había conocido hasta ahora.

Me dijo que mantuviera una rutina diaria, y que lo iba hacer sí o sí, no había opción. Así que me mandó unas serie de pautas, que me acostara todas las noches a las 00:00 (como muy tarde), que me levantara cada día a las 9:00, que hiciera ejercicio, estiramientos, yoga... Y que hiciera un curso online que llevaba tiempo con ganas de hacer pero por unas cosas o por otras no había podido y ahora era el momento ideal para llevarlo a cabo. Y no digo que no, si sé que en el fondo tenía razón, pero bufffff  

Esa noche medio discutimos, o más bien fui yo quién no estaba de acuerdo con nada de lo que me decía y no pensaba callarme, eso lo tenía claro.
  • A las 00:00 no pienso irme a la cama porque a esa hora no tengo sueño.
  • Pues te vas a la cama igual, tengas sueño o no.
  • Y por qué me tengo que levantar a las 9:00 si tengo todo el día para hacer las cosas?
  • Porque cuanto más tarde te levantes más pereza haces y así aprovecharás mejor las horas del día.
  • Pues no estoy de acuerdo con nada de lo que me estás diciendo.
  • Tampoco pretendo que lo estés, simplemente lo haces.
  • Joderrrrrr!!! Paso!!!
  • Esa boca!!! Te la estás ganando, lo haces y punto.
  • Porque tú lo digas? pues no lo pienso hacer. (y sin pensarlo dos veces, le colgué el teléfono...) 
Al poco rato mientras veía tranquilamente una serie en Netflix sonó el telefonillo de mi casa, de entrada me asusté porque no esperaba a nadie, al descolgarlo:
  • Quién es?
  • Soy yo, abre¡¡¡ (en un tono muy serio y de pocos amigos)
Se me puso un gran nudo en el estómago porque se supone que no podía venir y la verdad... no lo esperaba... 

Le abrí la puerta y se juntaron nuestras miradas, la suya nada amigable y muy serio, y la mía entre cohibida e incrédula.

  •  Veo que eres desobediente como tú sola sabes serlo, aparte de cabezota, mal hablada y desafiante. Y eso lleva consecuencias, lo sabes verdad?
No sabía que decir... sólo me salió mover la cabeza muy despacio de arriba abajo, y los hombros se me encogieron... 
  • Coge esa silla y ponla en medio (mientras se remangaba una manga de la camisa), vamos a resolver ciertos asuntos y a dejar las cosas claras, si yo llevo el mando, lo llevo te guste o no que para eso me lo has dado. Y lo que no pienso consentir bajo ningún concepto es que te lo intentes saltar porque la niña caprichosa y malcriada no quiere obedecer. (mientras terminaba de remangarse la otra manga y se sentaba en la silla)
De repente toda mi chulería bajó a mis pies, seguía sin poder articular ninguna palabra, no sabía que decir... Me indicó con el dedo indice que me acercara. Me acerqué lo más lento que pude aunque tampoco había mucha distancia entre los dos. Me colocó delante de él.
  • Bájate los vaqueros y las bragas... Ya!!
Mi actitud era totalmente autómata y obediente, no sé porqué pero así era. Me los bajé con la mirada cabizbaja y colorada por la vergüenza de verme así. Y nada más bajármelos, no me dió tiempo a nada me cogió del brazo y me colocó en sus rodillas. Una vez ahí, me bajó más todavía los pantalones y las bragas para que quedaran justo a la altura de las rodillas, mientras mis piernas quedaban en el aire.

Y sin más comenzó a azotar mi culo con su mano y con ganas porque no eran para nada flojitos como otras veces que va poco a poco, noooo, en esta ocasión eran intensos y ganados a pulso.

plas plas plas plas 

Los primeros los pude soportar más o menos bien hasta que empezaron a picar... intenté aguantar lo máximo que podía hasta que mi brazo salió disparado, me lo cogió sin que me diera tiempo a tocarme y continuó dándome y con más intensidad todavía.
  • Te dije que si me hacías venir que te prepararas no?
  • auhhhhh auhhhhhh
  • Te lo dije o no?
  • Síiii .... auhhhhhh
No sé porqué pero me estaban doliendo un montón, dependiendo del día tengo más aguante y otros menos, pues justo ese día (no podía ser otro) me pilló más sensible y los estaba sintiendo a base de bien...
Tras veinte minutos con el culo en pompa y cuando lo notaba ya ardiendo y que ya no podía más, me dijo:
  • Vete al rincón, y ni se te ocurra tocarte!!!
Una vez allí, recuperé la respiración y mi culo pudo descansar aunque sólo fuera por unos minutos... 
  • Vete a por el cepillo de madera y me lo traes.
  • Sabes que el cepillo me duele mucho.
  • Lo sé, y te lo has ganado tu solita, primero por tu comportamiento y segundo por hacerme venir en estado de alarma. Y da gracias que te lo he calentado primero con la mano.
  • Sí claro, y con el culo al aire directamente y con ganas, eso no ha sido un calentamiento, eso ha sido dar a conciencia.
  • Vaya, veo que has recuperado la voz, todo forma parte del castigo y estabas más que avisada. A que esperas para traerme el cepillo?
Fui a por él medio protestando y se lo entregué, me volvió a colocar en su regazo. Me acarició un poco el culo para sentir mi ardor mientras me decía, esta noche te va a tocar dormir calentita...
  • Te voy a dar 40 azotes y quiero que los cuentes
La verdad es que no me apetecía ni un poquito tener que contarlos, pero no me quedaba otra... y no sé si iba a aguantar, el culo ya me dolía y la madera es mortífera...

Y cuando menos me lo esperaba, cayó el primero... 
  • auhhh... uno
  • Más alto¡¡
  • DOS... TRES... CUATRO...
Cuando llevaba diez no sabía donde meterme, empecé a moverme sin querer, y con cada azote me movía más, los seguía contando a regañadientes y con las lágrimas a punto de estallar...
Y en uno de ellos, no recuerdo el número exacto, sólo sé que me puse de lado y me tocó regañina y me volvió a colocar boca abajo.
  • No quiero que te muevas, estamos?
  • Jooooo es que me duele....
  • Ya lo sé, esa es la función que tiene una buena zurra, que duela de verdad, sino no aprendes. Y tu aprendizaje es a base de azotes eso lo tengo bien claro. 
No recuerdo el número de azotes que llevaba, sólo sé que me colocó en una sola rodilla y con su otra pierna amortiguó las mías para que no me moviera.
Con ese gesto confirmaba que no pensaba permitir que me girara o moviera.

Me dolieron como nunca, fue una zurra diferente y dada con ganas... cuando hice el número treinta y dos estallé a lágrima viva... 
Paró unos instantes hasta que recuperé el aliento mientras me acariciaba el culo, y me decía, sólo te quedan 8.
A pesar de la llantina me los dió todos hasta completar los 40... 

Cuando acabó me sentó en sus rodillas mientras me abrazaba y yo terminaba de llorar, después me dijo:
  • Todavía no hemos terminado...
  • Queeeeeee?? me duele el culo un montón.... 
  • Ya veo ya... pero eso no te va a librar de los últimos 20 azotes que tengo pensado darte.
Mi cara no dejaba de poner pucheros aunque no me sirvieron de nada... Me dijo que me pusiera en el brazo del sofá. 
Fuí hasta allí como pude y resoplando, tenía ya el culo como un mapa.

Cuando me apoyé miré de reojo y ví como se quitaba el cinturón... sin querer me humedecí más de lo que ya estaba, a pesar de dolerme ya el trasero de lo lindo.

Los primeros azotes casi no los sentí, ya tenía el culo magullado y anestesiado de el dichoso cepillo... 

En el número 5 empecé a sentirlos... 6... 7....bufffff cada azote que recibía me dolía más, y me quedaban más de la mitad...
Menos mal que dejaba unos segundos de uno a otro para recuperarme. Cuando me quedaban 5 no pude más y volví sollozar... paró unos minutos, me tocó la cabeza y la espalda y continuó hasta completar los últimos 20 azotes como había prometido.

Cuando terminó me sentí súper liberada de aquella tortura...

Me llevó en brazos a la cama y me tumbó boca abajo, estaba relajada y con mucho sueño... llevaba días con ganas de llorar y no me salía, así que gracias a la azotaina lo pude soltar.

Mientras me ponía crema en el trasero me dijo:
  • Espero que hayas aprendido la lección... aún así me quedaré unos días aquí contigo para comprobar insitu que me obedeces.
  • Te puedes quedar el tiempo que quieras, ya lo sabes...
Me llenó de mimos y caricias toda la noche y dormimos abrazados como tanto nos gusta...

4 comentarios:

  1. Hola Cloe!

    Un relato genial. Trasmites la sensación de pereza e irascibilidad en la que much@s seguramente nos hemos encontrado en estos días jajaja.

    La llegada de él me ha puesto nerviosa hasta mi!!

    Y luego esta ese darte cuenta de que a pesar de la dureza del castigo, lo necesitabas... esa sensación de alivio, de paz...

    En definitiva, leerte en pleno confinamiento es un gusto! Gracias!

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    1. Hola Sara!
      Muchas Gracias de nuevo por tus palabras, me alegro que te guste y que por lo menos su lectura ayude a llevar mejor estos días de aislamiento como dices.
      Ánimo!! Ya queda menos!!!

      Un beso!

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  2. Ay cloe a pesar de la dureza necesitabas llorar y pues lo lograste... A ti no es a la única que le han dado un castigo fuerte estos días incluso en este momento yo estoy sufriendo las consecuencias de uno está mañana y creo que hoy dormiré boca abajo

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doyluzamisombra@gmail.com